Un huérfano que escasamente tenía para sus necesidades fue una vez al mercado, hizo sus compras, le quedo medio peso y después se fue al monte lamentándose. De pronto se le presento Olofin y le dijo: que el pusiera el medio peso y que pidiera lo que quisiera y sin mirar para atrás fuera derecho para su casa. Cuando llego a su casa se encontró con todas las peticiones que había hecho. Al poco tiempo se encontró con la jicotea (ayapa) pidiéndole albergue, y él se lo dio; la jicotea trato de enterarse del secreto del huérfano, poniéndose de acuerdo con el maja (eyo) y la lagartija (arguema). Esta le dijo al gallo que Tan pronto el huérfano saliera le avisara por medio de su canto, así este lo hizo. Y los tres lo siguieron desde lejos. Cuando el huérfano se presentó delante de Olofin este le pregunto que con quien el venia, y él le contesto que con nadie. Entonces Olofin mando que salieran de sus escondites a los que lo habían seguido y por curiosos les puso a cada uno una nueva forma de caminar. Al maja lo puso que anduviera arrastrado por el suelo, a la lagartija que andara pegada por las paredes y a la jicotea que siempre anduviera con la casa encima.