Oraciones y Cantos Espirituales

Espiritismo en la Religión Afrocubana

Encuentre las oraciones y cantos más usados en misas espirituales.

Mandamientos Generales del Espiritismo

1. Debes conocer y amar a Dios, orar a Él y santificarlo.

2. Debes conocer, amar y santificar la naturaleza, el espíritu, la humanidad sobre todo individuo, espiritual y humano.

3. Debes conocerte, respetarte, amarte, santificarte como semejante a Dios, como ser individual y social juntamente.

4. Debes vivir y obrar como todo humano, con entero sentido, facultades y fuerzas en todas tus relaciones.

5. Debes conocer, respetar, amar tu espíritu y tu cuerpo y ambos en unión, manteniendo cada una y ambos puros, sanos bellos, viviendo tú en ellos como un ser armónico.

6. Debes hacer el bien con pura, libre, entera voluntad y por los buenos medios.

7. Debes ser justo con todos los seres y contigo, en puro, libre, entero respeto al derecho.

8. Debes amar a todos los seres y a ti mismo con pura, libre, leal inclinación.

9. Debes vivir en Dios y bajo Dios, vivir en la razón, en la naturaleza, en la humanidad, con ánimo dócil y abierto a toda vida, a todo goce legítimo y a todo amor puro.

10. Debes buscar la verdad con espíritu atento y constante, por motivo de la verdad y forma sistemática.

11. Debes conocer y cultivar en ti la belleza, como la semejanza de Dios en los seres limitados en ti mismo.

12. Debes educarte con sentido dócil para recibir en ti las influencias bienhechoras de Dios y del mundo.

Oraciones y Cantos Espirituales

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  • Cantos Espirituales
  • Nombre Oración
    El Padre Nuestro Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén.
    El Avemaría Dios te Salve, María, llena eres de gracia; el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
    La Señal de la Cruz En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
    Gloria Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
    Credo de los Apóstoles Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.
    Credo Niceno Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.
    La Salve Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos, y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!
    Acto de contrición Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberte ofendido. Pésame por el infierno que merecí y por el cielo que perdí, pero mucho más me pesa porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como tú. Antes querría haber muerto que haberte ofendido, y propongo firmemente no pecar más y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén.
    Oración al Espíritu Santo Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor.
    Envía, Señor, tu Espíritu y serán creados.
    Y renovarás la faz de la tierra.
    El Ángel de la Guarda Ángel de mi guarda dulce compañía no me desampares ni de noche ni de día. No me dejes sólo que me perdería.
  • Nombre Oración
    La Fe Soy la hermana mayor de la Esperanza y de la Caridad, me llamo Fe.

    Soy grande y fuerte; el que me posee no teme ni al hierro ni al fuego; es a prueba
    de todos los sufrimientos físicos y morales. Resplandezco sobre vosotros como una
    antorcha, cuyos chispeantes rayos se reflejan en el fondo de vuestros corazones, y os
    comunico la fuerza y la vida. Entre vosotros se dice que yo levanto las montañas, y yo
    os digo: Vengo a conmover al mundo, porque el Espiritismo es el que debe ayudarme a
    Unios, pues a mí; yo os convido: soy la FE.

    ¡Soy la Fe! Habito con la Esperanza, la caridad y el amor, en el mundo de los
    espíritus puros. A menudo he bajado de las regiones etéreas y he venido sobre la tierra
    a regeneraros, dándonos la vida del espíritu; pero a excepción de los méritos de los
    primeros tiempos del Cristianismo y algunos fervientes sacrificios hechos de tarde en
    tarde para el progreso de la ciencia, de las letras, de la industria y de la libertad, sólo he
    encontrado entre los hombres indiferencia y frialdad, y he vuelto a remontar
    tristemente mi vuelo hacia el cielo; me creías entre vosotros, no es la Fe; la verdadera
    Fe es la vida y la acción.

    Antes de la Revelación del espiritismo, la vida era estéril; era un árbol seco por las
    refulgentes chispas del rayo que nada producía. Se me reconoce por mis actos; ilumino
    las inteligencias, caliento y reanimo los corazones en mi regazo; alejo de vosotros las
    influencias engañosas y os conduzco a Dios por la Perfección del espíritu y del corazón.
    Venid y agruparos bajo mi estandarte; soy poderosa y fuerte; soy la Fe.

    Soy la Fe, mi reinado empieza entre los hombres, reinado pacífico que les hará
    felices para el tiempo presente, para la eternidad. La aurora de mi advenimiento entre
    vosotros es pura, serena; su sol será resplandeciente y su ocaso vendrá a mecer
    dulcemente a la humanidad en los brazos de eterna felicidad. ¡Espiritismo! Derramas
    sobre los hombres tu bautismo regenerador; yo les hago un llamamiento supremo, soy
    la Fe.
    La Esperanza Me llamo Esperanza; os sonrío cuando entráis en la vida, en ella os sigo paso a paso y
    sólo os dejo cuando llegáis a los mundos en que se realizan, para vosotros, las promesas
    de felicidad que sin cesar oís. Soy vuestra fiel amiga; no rechacéis mis inspiraciones. Soy
    la Esperanza.

    Yo soy la que canto por el camino con la voz del ruiseñor, y la que en eco de los
    bosques exhalo esas notas lastimeras y armoniosas que os hacen entrever los cielos; yo
    soy la que inspiro a la golondrina el deseo de anidar sus amores al abrigo de vuestros
    techos; juego con la brisa que acaricia vuestros cabellos; derramo a vuestros pies los
    perfumes suaves de las flores de vuestros jardines, y casi nunca ocupáis vuestro
    pensamiento con esta amiga que tan sincera os es. No la rechacéis; es la Esperanza.

    Tomo todas las formas para acercarme a vosotros; soy la estrella que brilla en el
    azul del cielo, el caliente rayo del sol que os vivifica; yo os entretengo para las noches
    con sueños festivos; alejo de vosotros el negro cuidado y los pensamientos sombríos;
    guío vuestros pasos por el sendero de la virtud; os acompaño en vuestras visitas, a los
    moribundos, y os inspiro las palabras afectuosas que les consuelen. No me rechacéis,
    soy la Esperanza.

    ¡Soy la Esperanza! Yo soy la que en invierno hago crecer en la corteza de las encinas
    el musgo espeso donde los pajarillos construyen su nido; soy la que en la primavera
    corona el manzano y el almendro de blancas y rosadas flores, y las esparzo sobre la
    tierra como alfombra celeste que hace aspirar a los mundos felices. Sobre todo, yo estoy
    con vosotros cuando estáis pobres y enfermos, mi voz suena sin cesar con vuestros
    oídos, no me rechacéis, soy la Esperanza.

    No me rechacéis porque el ángel el desespero me hace una fuerza encarnizada y
    agota sus esfuerzos para tomar mi puesto al lado de vosotros; no siempre soy la más
    fuerte y cuando consigue que me aleje, os rodea con sus fúnebres alas, desvía vuestros
    pensamientos de Dios y os conduce al suicidio; unidos a mí para alejar su funesta
    influencia y dejaos mecer dulcemente en mis brazos porque soy la Esperanza.
    La Caridad Soy la Caridad, si, la verdadera caridad; en nada me parezco a la caridad que vosotros
    practicáis. La que ha usurpado mi nombre entre vosotros, es fantástica, caprichosa,
    exclusiva, orgullosa, y vengo a precaveros contra los defectos que acompañan, a los ojos
    de Dios, el mérito y resplandor de sus buenas acciones. Sed dóciles a las lecciones que
    el espíritu de verdad os da por mi voz: seguidme los que me sois fieles: yo soy la Caridad.

    Seguidme; yo conozco todos los infortunios, todos los dolores, todos los
    sufrimientos, todas las aflicciones que asedian a la humanidad. Soy la madre de los
    huérfanos, la hija de los ancianos, la protectora y el sostén de las viudas; curo las llagas
    infectadas; cuido todas las enfermedades; doy vestido, pan y abrigo a los que no lo
    tienen; subo hasta las más miserables buhardillas; voy a la humilde pocilga; llamo a las
    puertas de los ricos y poderosos, porque por donde quiera que viva una criatura
    humana, hay bajo el velo de la felicidad amargos y punzantes dolores. ¡Oh! ¡Cuán grande
    es mi tarea! No basto a llenarla si no venís a mi ayuda; venís a mí; soy la Caridad.

    No guardo preferencia a nadie; jamás digo a los que me necesitan: "Tengo mis
    pobres, dirigios a otra parte". ¡Oh, falsa caridad, que daño haces! Amigos, no debemos a
    todos; creedme, no rehuséis vuestra asistencia a nadie, socorred a los unos y a los otros
    con bastante desinterés par ano exigir ningún reconocimiento de parte de los que
    habréis socorrido, la paz del corazón y de la conciencia es la dulce recompensa de mis
    obras; yo soy la verdadera Caridad.

    Nadie en la Tierra conoce el número y la naturaleza del bien que yo hago; sólo la
    falsa caridad hiere y humilla al que consuela. Guardaos de este funesto extravío; las
    acciones de esta clase no tienen ningún mérito delante de Dios, y llaman sobre vosotros
    su cólera. Sólo él debe conocer los generosos rasgos de vuestros corazones cuando os
    hacéis los tributarios de sus beneficios. Guardad, pues, amigos de dar publicidad a la
    limosna: creedme: Yo soy la Caridad.

    Tengo que consolar a tantos desgraciados, que muy a menudo se me quedan los
    pechos y las manos vacías; vengo a deciros lo que espero de vosotros. El Espiritismo
    tiene por divisa "Amor y Caridad", y todos los verdaderos espiritistas querrán
    conformarse a este sublime precepto, predicado por Cristo hace más de diecinueve
    siglos. Seguidme, pues hermano; yo soy la Caridad.
    Oración Dominical I. ¡Padre Nuestro que estás en
    los cielos, santificado sea tu nombre!
    Creemos en vos, Señor, porque todo revela
    vuestro poder y vuestra bondad. La armonía del
    Universo atestigua una sabiduría, una prudencia y una
    previsión tales, que superan todas las facultades
    humanas; el nombre de un ser soberanamente grande
    y sabio está inscripto en todas las obras de la Creación,
    desde la hoja de la yerba y el insecto más pequeño,
    hasta los astros que se mueven en el espacio; en todas
    partes vemos la prueba de una solicitud paternal; por
    eso, ciego es el que no os reconoce en vuestras obras,
    orgulloso el que no os glorifica e ingrato el que no os
    da las gracias.
    II. ¡Venga tu reino!
    Señor, disteis a los hombres leyes llenas de
    sabiduría, que harían su felicidad si las observasen.
    Con esas leyes, harían reinar entre ellos la paz y la
    justicia; se ayudarían mutuamente en vez de
    perjudicarse como lo hacen, el fuerte sostendría al débil
    y no lo abatiría, evitando los males que engendran los
    abusos y los excesos de todas clases. Todas las
    miserias de este mundo vienen de la violación de
    vuestras leyes, porque no hay una sola infracción que
    no tenga fatales consecuencias.
    Disteis al animal el instinto que le traza el límite
    de lo necesario y él maquinalmente se conforma con
    eso; pero al hombre además de su instinto, le disteis la
    inteligencia y la razón; le disteis también la libertad de
    observar o infringir aquellas de vuestras leyes que le
    conciernen personalmente, es decir, de escoger entre el bien y el mal, a fin de que tenga el mérito y la
    responsabilidad de sus acciones.
    Nadie puede poner como pretexto la ignorancia
    de vuestras leyes, porque en vuestra previsión
    paternal, quisisteis que estuviesen grabadas en la
    conciencia de cada uno, sin distinción de cultos ni de
    naciones; los que las violan es porque os desconocen.
    Vendrá un día, según vuestra promesa, en que
    todos las practicarán; entonces la incredulidad habrá
    desaparecido; todos os reconocerán como Soberano
    Señor de todas las cosas y el reino de vuestras leyes
    será vuestro reino en la Tierra.
    Dignaos, Señor, apresurar su advenimiento,
    dando a los hombres la luz necesaria para conducirlos
    al camino de la verdad.
    III. ¡Hágase tu voluntad así en la Tierra como
    en el Cielo!
    Si la sumisión es un deber del hijo para con su
    padre y del inferior para con su superior ¡cuánto mayor
    no debe ser la de la criatura con su Creador! Hacer
    vuestra voluntad, Señor, es observar vuestras leyes y
    someterse sin murmurar a vuestros divinos decretos;
    el hombre se someterá a ellos, cuando comprenda que
    sois la fuente de toda sabiduría y que sin vos nada
    puede; entonces, hará vuestra voluntad en la Tierra,
    como los elegidos en el Cielo.
    IV. El pan nuestro de cada día, dádnosle hoy.
    Dadnos el alimento para conservar las fuerzas
    del cuerpo; dadnos también el alimento espiritual para
    el desarrollo de nuestro Espíritu.
    El animal encuentra su alimento, pero el hombre
    lo debe a su propia actividad y a los recursos de su
    inteligencia, porque vos le habéis creado libre.
    Vos le dijisteis: “Extraerás tu alimento de la tierra
    con el sudor de tu frente”; por eso habéis hecho una
    obligación del trabajo a fin de que ejercitara su
    inteligencia buscando los medios de proveer a su
    necesidad y a su bienestar; unos por el trabajo material,
    otros por el trabajo intelectual; sin trabajo quedaría
    estacionado y no podría aspirar a la felicidad de los
    Espíritus superiores.
    Secundáis al hombre de buena voluntad que
    confía en vos para lo necesario, pero no aquel que se
    complace en la ociosidad y que le gustaría obtenerlo
    todo sin trabajo, ni aquel otro que busca lo superfluo.
    (Cap. XXV).
    ¡Cuántos son los que sucumben por sus propias
    faltas, por su incuria, por su imprevisión o por su
    ambición y por no haber querido contentarse con lo
    que les disteis! Estos son los artífices de su propio
    infortunio y no tienen derecho de quejarse, porque
    son castigados en aquello en que han pecado. Pero ni
    aun a esos abandonáis porque sois infinitamente
    misericordioso; vos le tendéis mano segura desde que,
    como el hijo pródigo, regresen sinceramente a vos. (Cap.
    V, número 4).
    Antes de quejarnos de nuestra suerte,
    preguntémonos si ella no es obra nuestra; a cada
    desgracia que nos llegue, preguntémonos si no
    dependió de nosotros evitarla; pero digamos también
    que Dios nos dio la inteligencia para sacarnos del
    lodazal y que depende de nosotros hacer uso de ella.
    Puesto que la ley del trabajo es la condición del
    hombre en la Tierra, dadnos ánimo y fuerza para
    cumplirla; dadnos también prudencia, previsión y
    moderación, con el fin de no perderle el fruto.
    Dadnos, pues, Señor, nuestro pan de cada día,
    es decir, los medios de adquirir con el trabajo las cosas
    necesarias a la vida, porque nadie tiene el derecho de
    reclamar lo superfluo.
    Si nos es imposible trabajar, confiamos en
    vuestra Divina Providencia.
    Si está en vuestros designios el probarnos por
    las más duras privaciones, a pesar de nuestros
    esfuerzos, nosotros las aceptaremos como una justa
    expiación de las faltas que hayamos cometido en esta vida o en una vida precedente, porque sois justo;
    sabemos que no hay penas inmerecidas y que jamás
    castigáis sin causa.
    Preservadnos, ¡oh Dios mío!, de concebir la
    envidia contra los que poseen lo que nosotros no
    tenemos, ni siquiera contra aquellos que tienen lo
    superfluo, cuando a nosotros nos hace falta lo
    necesario. Perdonadles si olvidan la ley de caridad y
    de amor al prójimo, que les enseñasteis. (Cap. XVI,
    número 8).
    Apartad también de nuestro espíritu el
    pensamiento de negar vuestra justicia, viendo la
    prosperidad del malo y la desgracia que oprime a veces
    al hombre de bien. Gracias a las nuevas luces que
    habéis tenido a bien darnos, sabemos ahora que
    vuestra justicia se cumple siempre y no falta a nadie;
    que la prosperidad material del malo es efímera como
    su existencia corporal y que tendrá terribles
    contratiempos, mientras que la alegría reservada al que
    sufre con resignación será eterna. (Cap. V, números, 7,
    9, 12, 18).
    V. Perdona nuestras deudas, así como nosotros
    perdonamos a nuestros deudores. Perdona nuestras
    ofensas, así como nosotros perdonamos, a nuestros
    ofensores.
    Cada una de nuestras infracciones a vuestras
    leyes, Señor, es una ofensa hacia vos y una deuda
    contraída que tarde o temprano tendrá que pagarse.
    Solicitamos de vuestra infinita misericordia el perdón
    para ellas, con la promesa de hacer los debidos
    esfuerzos para no contraer nuevas deudas.
    Hicisteis una ley expresa de la caridad; pero la
    caridad no consiste sólo en asistir al semejante en la
    necesidad; consiste también en el olvido y en el perdón
    de las ofensas. ¿Con qué derecho reclamaríamos vuestra
    indulgencia, si nosotros mismos faltásemos a ella con
    respecto a aquellos contra quienes tenemos motivos
    de quejas?
    Dadnos ¡oh Dios!, la fuerza para ahogar en
    nuestra alma todo sentimiento, todo odio y rencor;
    haced que la muerte no nos sorprenda con un deseo
    de venganza en el corazón. Si os place el retirarnos
    hoy mismo de este mundo, haced que podamos
    presentarnos a vos puros de toda animosidad, a ejemplo
    del Cristo, cuyas últimas palabras fueron de clemencia
    para sus verdugos. (Cap. X).
    Las persecuciones que nos hacen sufrir los
    malos, forman parte de nuestras pruebas terrenales y
    debemos aceptarlas sin murmurar, como todas las otras
    pruebas, y no maldecir a aquellos que con sus maldades
    nos facilitan el camino de la felicidad eterna, porque
    dijisteis por la boca de Jesús: “¡Bienaventurados los
    que sufren por la justicia!” Bendigamos, pues, la mano
    que nos hiere y nos humilla, porque las contusiones
    del cuerpo fortalecen nuestra alma y seremos
    levantados de nuestra humildad. (Cap. XII, número 4).
    Bendito sea vuestro nombre, Señor, por
    habernos enseñado que nuestra suerte no está
    irrevocablemente fijada después de la muerte; que
    encontraremos en otras existencias los medios de
    rescatar y de reparar nuestras faltas pasadas, de cumplir
    en una nueva vida lo que no pudimos hacer en esta por
    nuestro adelantamiento. (Cap. IV; cap. V, número 5).
    Así se explican, finalmente, todas las anomalías
    aparentes de la vida, pues es la luz derramada sobre
    nuestro pasado y nuestro futuro, la señal
    resplandeciente de vuestra soberana justicia y de
    vuestra bondad infinita.
    VI. No nos dejes caer en tentación, mas líbranos
    del mal. Dadnos, Señor, la fuerza para resistir a las
    sugestiones de los malos Espíritus que intentasen
    desviarnos del camino del bien, inspirándonos malos
    pensamientos.
    Pero nosotros mismos somos Espíritus
    imperfectos encarnados en la Tierra para expiar y
    mejorarnos. La causa primera del mal está en nosotros
    y los malos Espíritus no hacen más que aprovecharse
    de nuestras inclinaciones viciosas, en las cuales nos
    mantienen para tentarnos.
    Cada imperfección es una puerta abierta a su
    influencia, mientras que son impotentes y renuncian a
    toda tentativa contra los seres perfectos. Todo lo que
    podamos hacer para separarlos, es inútil, sino les
    oponemos una voluntad inquebrantable en el bien,
    renunciando absolutamente al mal. Es, pues, necesario,
    dirigir nuestros esfuerzos contra nosotros mismos y
    entonces los malos Espíritus se alejarán naturalmente,
    porque el mal es el que los atrae, mientras que el bien
    los rechaza. (Véase Oraciones para los obsesos).
    Señor, sostenednos en nuestra debilidad;
    inspirándonos por la voz de nuestros ángeles
    guardianes y de los Buenos Espíritus, la voluntad de
    corregirnos de nuestras imperfecciones, con el fin de
    cerrar a los Espíritus impuros el acceso a nuestra alma.
    (Véase adelante el número 11).
    El mal no es obra vuestra, Señor, porque la
    fuente de todo bien no puede engendrar nada malo;
    nosotros mismos somos los que lo creamos
    infringiendo vuestras leyes por el mal uso que
    hacemos de la libertad que nos habéis dado. Cuando
    los hombres observen vuestras leyes, el mal
    desaparecerá de la Tierra, como ya desapareció de los
    mundos más avanzados.
    El mal no es una necesidad fatal para nadie y
    sólo parece irresistible a aquellos que se abandonan a
    él con satisfacción. Si tenemos la voluntad de hacerlo,
    podemos también tener la de hacer el bien; por eso, oh
    Dios, pedimos vuestra asistencia y la de los buenos
    Espíritus para resistir la tentación.
    VII. Amén.
    ¡Si os place, Señor, que nuestros deseos se
    cumplan! Pero nos inclinamos ante vuestra sabiduría
    infinita. Sobre todas las cosas que nos es dado
    comprender, que se haga vuestra santa voluntad y no
    la nuestra, porque sólo queréis nuestro bien y sabéis
    mejor que nosotros lo que nos es útil.
    Os dirigimos esta oración, ¡oh Dios!, por
    nosotros mismos, por todas las almas que sufren,
    encarnadas o desencarnadas, por nuestros amigos y
    enemigos, por todos aquellos que pidan nuestra
    asistencia y en particular por N...
    Pedimos para todos ellos vuestra misericordia
    y vuestra bendición.
    Nota: Se puede formular aquí lo que se
    agradece a Dios y lo que se pide para sí mismo o para
    otro.
    Al empezar la reunión buenos Espíritus para asistirnos, aleje a los que
    pudieren inducirnos en error, y que nos conceda la luz
    necesaria para distinguir la verdad de la impostura.
    Apartad también a los Espíritus malévolos,
    encarnados o desencarnados, que podrían intentar
    poner la discordia entre nosotros y desviarnos de la
    caridad y amor al prójimo. Si alguno pretendiese
    introducirse aquí, haced que no encuentre acceso en
    el corazón de ninguno de nosotros.
    Buenos Espíritus que os dignáis venir a
    instruirnos, hacednos dóciles a vuestros consejos;
    apartadnos de todo pensamiento de egoísmo, de
    orgullo, de envidia y de celos; inspiradnos indulgencia
    y benevolencia para nuestros semejantes presentes y
    ausentes, amigos y enemigos; haced, en fin, que en los
    sentimientos de que nos sintamos animados,
    reconozcamos vuestra saludable influencia.
    Dad a los médiums a quienes encarguéis de
    transmitirnos vuestras enseñanzas, la conciencia de la
    santidad del mandato que les ha sido confiado y de la
    gravedad del acto que van a cumplir, con el fin de que
    tengan el fervor y el recogimiento necesario.
    Si, en la asamblea, se encontrasen personas que
    fuesen atraídas por otro sentimiento que no sea el del
    bien, abrid sus ojos a la luz, y perdonadles, así como
    nosotros les perdonamos, si vinieren con malas
    intenciones.
    Rogamos especialmente al Espíritu de N...
    nuestro guía espiritual, que nos asista y vele sobre
    nosotros.
    Al finalizar la reunión Agradecemos a los
    buenos Espíritus que han querido venir a comunicarse
    con nosotros, y les rogamos que nos ayuden a poner
    en práctica las instrucciones que nos han dado, y que
    hagan que al salir de aquí, cada uno de nosotros se
    sienta fortificado en la práctica del bien y del amor al
    prójimo.
    Deseamos, igualmente que estas instrucciones
    sean provechosas a los Espíritus que sufren, ignorantes
    o viciosos que hayan asistido a esta reunión y sobre
    las cuales imploramos la misericordia de Dios.
    Para los médiums Dios Todopoderoso, permitid a
    los buenos Espíritus que me asistan en la comunicación
    que solicito. Preservadme de la presunción de creerme
    al abrigo de los malos Espíritus, del orgullo que pudiera
    engañarme sobre el valor de lo que obtenga y de todo
    sentimiento contrario a la caridad con respecto a los
    otros médiums. Si soy inducido en error, inspirad alguno
    el pensamiento de que me lo advierta y a mí la humildad
    que me hará aceptar la crítica con reconocimiento,
    tomando para mí mismo y no para otros, los consejos
    que se servirán darme los buenos Espíritus.
    Si siento la tentación de abusar en lo que quiera
    que sea, o envanecerme de la facultad que habéis tenido
    a bien concederme, os ruego que me la retiréis antes de
    permitir que sea desviada de su fin providencial, que
    es el bien de todos y mi propio adelantamiento moral.
  • Nombre Oración
    Padre Nuestro Padre Nuestro que estas en lo infinito si este nombre dulcísimo prefieres, santificado
    sea en los seres átomos y universos quede escrito. Vénganos el tu reino en hondo grito
    te pide esta mansión de padeceres, pues tu reino es la paz y donde imperes ¿Que ha de
    importar más que el amor bendito? Hágase al fin tu voluntad que es ella el progreso y
    el bien en el profundo cielo azul, en la tierra, flores bellas, y cual golfo de luz grande y
    profundo, anega la creación estrella a estrella, sol a sol, mundo a mundo.
    A los espíritus protectores y angeles guardianes I Espíritus sabios y benévolos,
    mensajeros de Dios, cuya misión es la de asistir a los
    hombres y conducirles por el buen camino; sostenedme
    en las pruebas de esta vida, dadme fuerzas para sufrirlas
    sin murmurar; desviad de mí los malos pensamientos y
    haced que no dé acceso a ninguno de los malos
    Espíritus que intenten inducirme al mal. Iluminad mi
    conciencia para que pueda ver mis defectos, separad
    de mis ojos el velo del orgullo que podría impedirme
    verlos y confesármelos a mí mismo.
    Vos sobre todo, N... , mi ángel de la guarda, que
    veláis más particularmente y vosotros, Espíritus
    protectores que os interesáis por mí, haced que me
    haga digno de vuestra benevolencia. Conocéis mis
    necesidades, que ellas sean satisfechas según la
    voluntad de Dios.
    A los espíritus protectores y angeles guardianes II ¡Oh Dios!, permitid a los buenos
    Espíritus que me rodean, que vengan en mi ayuda
    cuando esté en dificultades y que me sostengan si
    vacilo. Haced, Señor, que ellos me inspiren fe, esperanza
    y caridad; que sean para mí un apoyo, una esperanza y
    una prueba de vuestra misericordia; haced, en fin, que
    encuentre a su lado la fuerza que me falta para
    sobrellevar las pruebas de la vida y para resistir a las
    sugestiones del mal, la fe que salva y el amor que
    consuela.
    A los espíritus protectores y angeles guardianes III Espíritus muy amados, ángeles
    guardianes, vosotros a quienes Dios, en su infinita
    misericordia, permite velar por los hombres, sed mis
    protectores en las pruebas de la vida terrestre. Dadme
    la fuerza, el valor y la resignación; inspiradme todo lo
    que es bueno y detenedme en la pendiente del mal;
    que vuestra dulce influencia penetre mi alma; haced
    que sienta que un amigo sincero está cerca de mí, que
    ve mis sufrimientos y comparte mis alegrías.
    Y vos, mi buen ángel, no me abandonéis; tengo
    necesidad de vuestra protección para soportar con fe
    y amor las pruebas que le plazca a Dios enviarme.
    En el momento de dormirse Mi alma va a encontrarse por
    un instante con los otros Espíritus. Que vengan los
    buenos y me ayuden con sus consejos. Mi ángel de la
    guarda, haced que al despertar conserve de ellos una
    impresión saludable y duradera.
    Ave María Dios te salve María. Llena eres de gracia, el señor este contigo, bendita tu eres entre
    todas las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Santa María, espíritu puro en quien
    fue engendrado el Redentor ruega por nosotros e intercede por los desdichados.
    Gloria Gloria a Dios en las alturas y paz a los hombres mansos y humildes de corazón
  • Nombre Oración
    En las aflicciones de la vida Dios Todopoderoso que veis
    nuestras miserias, dignaos escuchar favorablemente
    los votos que os dirijo en este momento. Si mi súplica
    fuere inconveniente, perdonádmela; si es justa y útil a
    vuestros ojos, que los buenos Espíritus que ejecutan
    vuestra voluntad, vengan en mi ayuda para su
    cumplimiento.
    Cualquier cosa que me suceda, ¡oh Dios!, que
    se haga vuestra voluntad. Si mis deseos no son
    atendidos, es porque entra en vuestros designios el
    probarme y a ello me someto sin murmurar. Haced que
    no conciba por ello desaliento, y que mi fe y mi
    resignación sean sustentadas.
    (Formúlese la súplica)
    Acto de sumisión y resignación I ¡Oh Dios! Sois soberanamente
    justo; todo sufrimiento en este mundo, debe, pues,
    tener su causa y su utilidad. Yo acepto el motivo de
    aflicción que acabo de experimentar como una expiación
    de mis faltas pasadas y una prueba para el futuro.
    Buenos Espíritus que me protegéis, dadme
    fuerza para soportarla sin murmurar; haced que sea
    para mí una advertencia saludable, que aumente mi
    experiencia y que combata en mí el orgullo, la ambición,
    la necia vanidad y el egoísmo, y que todo contribuya
    para mi adelantamiento.
    Acto de sumisión y resignación II Oh Dios, siento la necesidad de
    rogaros para que me deis fuerza para sobrellevar las
    pruebas que os plazca enviarme. Permitid que la luz sea
    bastante viva para que mi Espíritu aprecie toda la
    extensión de un amor que me aflige por querer salvarme.
    Yo me someto con resignación, ¡oh Dios!, pero, ¡ay de
    mí! La criatura es tan débil, que si vos no me sostenéis,
    temo sucumbir. No me abandonéis, Señor, porque sin
    vos no soy nada.
    Acto de sumisión y resignación III Elevé mi mirada hacia ti, oh Eterno, y
    me sentí fortalecido. Tú eres mi fuerza, no me
    abandones, ¡oh Dios! ¡Estoy abatido bajo el peso de
    mis iniquidades! Ayúdame; ¡Tú conoces la debilidad
    de mi carne y no apartas tus miradas de mí!
    Estoy devorado por una sed ardiente; haz que
    brote un manantial de agua viva, y quedará aquélla
    apagada. Que no se abra mi boca sino para cantar tus
    alabanzas y no para murmurar en las aflicciones de mi
    vida. Soy débil, Señor, pero tu amor me sostendrá.
    ¡Oh Eterno! ¡Sólo tú eres grande, sólo tú eres el
    fin y el objetivo de mi vida! Si me hieres, que por ello tu
    nombre sea bendito, porque tú eres el Señor y yo el
    servidor infiel; doblaré mi frente sin quejarme, porque
    tú eres grande, sólo tú eres la meta.
  • Nombre Oración
    Petición Pido permiso al Gran Poder de Dios, a nuestro hermano mayor Jesús de Nazareth, a mi
    Ángel Guardián, a mis guías, protectores, mentores espirituales, hermanos Médicos de
    la Cosmogonía, y demás hermanos y espíritus buenos pendientes de mi progreso y
    adelanto espiritual vengan en mi auxilio, vengan en mi ayuda para liberar: mi espíritu,
    mi materia, mi casa, etc. (la petición de acuerdo a lo que desee limpiar) de todo tipo de
    malevolencias, de fluidos impuros, de influencias mal sanas y de los espíritus atrasados
    que quieran interrumpir mi progreso y mi adelanto espiritual.

    También pedimos a nuestros representantes de la Ley de Amor y de Justicia se
    hagan presentes para que con su valiosa colaboración, no permitan que ningún
    hermano atrasado intente introducirse aquí a saciar su ímpetu de maldad, de odio y de
    malevolencia. Y que de una vez por todas sean guiados y aconsejados para que desistan
    de su obstinación, se arrepientan de corazón, rompan los trabajos de hechicería y se
    incorporen a trabajar por su progreso y adelanto espiritual.

    Amado maestro Jesús de Nazareth, tu siempre nos has dicho que busquemos para
    encontrar, que llamemos para que se nos responda, hoy te estoy llamando y te estoy
    buscando y estoy seguro de que te encuentras aquí, si no estás tú está uno de tus
    delegados que viene a traernos la salud, la sabiduría, la serenidad, la fuerza, el amor, la
    paz y la comprensión, para seguir sembrando y regando tu sagrada doctrina.

    Padre de Amor, de misericordia infinita, tú conoces los caminos donde andamos,
    tú conoces nuestras necesidades, tu nunca apartas tu mirada de nosotros, tú sabes que
    somos débiles pero solo tu amor nos sostendrá, no nos abandones padre porque sin vos
    somos nada, danos lo mejor de tus dones para alcanzar tu luz divina, poder cumplir tu
    sagrada doctrina y conseguir la fuerza que necesitamos para poder llevar nuestras
    pruebas y expiaciones con fe y con resignación.
    Para corregirse un defecto Vos me disteis, ¡oh Dios!, la
    inteligencia necesaria para distinguir el bien del mal;
    así, pues, desde el momento en que reconozco que una
    cosa es mala, soy culpable, porque no me esfuerzo en
    rechazarla.
    Preservadme del orgullo, que podría impedirme
    ver mis defectos y de los malos Espíritus que podrían
    excitarme a perseverar en ellos.
    Entre mis imperfecciones, reconozco que
    particularmente estoy inclinado a ... y si no resisto a
    esta tentación es por la costumbre que tengo de ceder
    a ella.
    Vos no me habéis creado culpable, porque sois
    justo, sino con una aptitud igual tanto para el bien
    como para el mal. Si sigo el mal camino, es por efecto de
    mi libre albedrío. Pero, por la misma razón que tengo la
    libertad de hacer el mal, tengo también la de hacer el
    bien; por consiguiente, tengo que cambiar de camino.
    Mis defectos actuales son un resto de las
    imperfecciones que conservé de mis precedentes
    existencias; es mi pecado original, del cual me puedo
    despojar por mi voluntad y con la asistencia de los
    buenos Espíritus.
    Buenos Espíritus que me protegéis, y sobre
    todo vos, mi ángel guardián, dadme fuerzas para resistir
    a las malas sugestiones y salir victorioso de la lucha.
    Los defectos son barreras que nos separan de
    Dios y cada defecto superado será un paso dado en la
    senda del progreso, que debe acercarme a Él.
    El Señor, en su infinita misericordia tuvo a bien
    concederme la existencia actual, para que sirva a mi
    adelantamiento; buenos Espíritus, ayudadme a
    aprovecharla, con el fin de que no sea una existencia
    perdida para mí y para que cuando Dios quiera
    retirármela, salga mejor que cuando entré a ella. (Cap.
    V, número 5; cap. XVII, número 3).
    Para resistir a una tentación Dios Todopoderoso, no me
    dejéis sucumbir a la tentación que tengo de cometer
    una falta. Espíritus benévolos que me protegéis, desviad
    de mí este mal pensamiento y dadme la fuerza de resistir
    a la sugestión del mal. Si sucumbo, habré merecido la
    expiación de mi falta, tanto en esta vida como en la
    otra, porque soy libre para elegir.
    Para agradecer la victoria ¡Oh Dios!, os doy gracias por
    haberme permitido salir victorioso de la lucha que acabo
    de sostener contra el mal; haced que esta victoria me
    dé fuerzas para resistir a las nuevas tentaciones.
    Y a vos, mi ángel guardián, os doy gracias por
    la asistencia que me habéis dado. Que mi sumisión a
    vuestros consejos me haga digno de merecer de nuevo
    vuestra protección.
    Para pedir un consejo En nombre de Dios
    Todopoderoso, buenos Espíritus que me protegéis,
    inspiradme la mejor resolución a adoptar en la
    incertidumbre en que me encuentro. Dirigid mi
    pensamiento hacia el bien y desviad la influencia
    de aquellos que intenten separarme del buen
    camino.
    Ante un peligro inminente ¡Dios Todopoderoso, vos mi
    ángel guardián, socorredme! Si debo sucumbir, que se
    haga la voluntad de Dios. Si me salvo, que en el resto
    de mi vida repare el mal que pude hacer y del cual me
    arrepiento.
    Gracias por un favor obtenido Dios infinitamente bueno, que
    vuestro nombre sea bendito por los bienes que me
    habéis concedido; sería indigno de ellos si los
    atribuyese a la casualidad de los acontecimientos o a
    mi propio mérito.
    Buenos Espíritus, que fuisteis ejecutores de la
    voluntad de Dios y a vos sobre todo, mi ángel guardián,
    os doy las gracias. Alejad de mí el pensamiento de
    enorgullecerme y de hacer de ello un uso que no sea
    para el bien. Particularmente os doy las gracias por...
    Acción de gracias al salir de un peligro ¡Oh Dios! y vos mi ángel de la
    guarda, os doy las gracias por el socorro que me habéis
    enviado cuando el peligro me amenazaba. Que este
    peligro sea para mí una advertencia que me esclarezca
    sobre las faltas que han podido conducirme a él.
    Comprendo, Señor, que mi vida está en vuestras manos
    y que podéis quitármela cuando os plazca. Inspiradme
    por los buenos Espíritus que me asisten, el pensamiento
    de emplear útilmente el tiempo que me concedes aún
    en este mundo.
    Mi ángel de la guarda, sostenedme en la
    resolución que tomo de reparar mis agravios y de hacer
    todo el bien que estuviere en mi poder, con el fin de
    llegar con menos imperfecciones al mundo de los
    Espíritus cuando quiera Dios llamarme.
    Cuando se prevé una muerte próxima ¡Oh Dios! Creo en vos y en
    vuestra bondad infinita; por esto no puedo creer que
    dierais la inteligencia al hombre para conoceros y la
    aspiración al porvenir para sumergirle después en la
    nada.
    Creo que mi cuerpo es sólo la envoltura
    perecedera de mi alma y que cuando haya cesado de
    vivir, me despertaré en el mundo de los Espíritus.
    Dios Todopoderoso, siento romperse los lazos
    que unen mi alma al cuerpo y muy pronto voy a dar
    cuenta del empleo hecho de la vida que dejo. Voy a sufrir las consecuencias del bien o del
    mal que hice; allí no hay ilusiones, no hay subterfugio
    posible; todo mi pasado va a desenvolverse delante
    de mí y seré juzgado según mis obras.
    Nada me llevaré conmigo de los bienes de la
    Tierra; honores, riquezas, satisfacciones de vanidad y
    orgullo, en fin, todo lo que pertenece al cuerpo, va a
    quedar en este mundo; ni la menor partícula me seguirá
    y nada de todo esto me servirá de socorro en el mundo
    de los Espíritus. Sólo llevaré conmigo lo que pertenece
    a mi alma, es decir, las buenas y las malas cualidades,
    que se pesarán en la balanza de una rigurosa justicia y
    seré juzgado con tanta más severidad cuanto mi
    posición, en la Tierra, más ocasiones me haya dado de
    practicar el bien que no hice. (Cap. VI, número 9).
    ¡Dios de misericordia, que mi arrepentimiento
    llegue hasta vos! Dignaos extender sobre mí vuestra
    indulgencia.
    Si os pluguiese prolongar mi existencia, que el
    resto sea empleado para reparar, tanto como de mí
    dependa, el mal que haya podido hacer. Si mi hora llegó
    para siempre, llevo conmigo la idea consoladora que
    me será permitido redimirme por medio de nuevas
    pruebas a fin de merecer un día la felicidad de los
    elegidos.
    Si no me es dado gozar inmediatamente de esa
    felicidad sin mácula, que sólo pertenece al justo por
    excelencia, sé que no me está negada eternamente la
    esperanza y que con el trabajo, alcanzaré el objetivo,
    más temprano o más tarde, según mis esfuerzos.
    Sé que buenos Espíritus y mi ángel guardián
    están aquí, cerca de mí, para recibirme, y que dentro de
    poco les veré como ellos me ven. Sé que encontraré a
    los que amé en la Tierra, si lo hubiere merecido, y los
    que dejo aquí vendrán a unirse conmigo para que un
    día estemos juntos para siempre y que mientras tanto,
    podré venir a visitarles.
    Sé también que voy a encontrar a los que ofendí,
    les ruego que me perdonen lo que puedan reprocharme:
    mi orgullo, mi dureza, mis injusticias y que no me llene
    de vergüenza con su presencia.
    Perdono a todos los que me han hecho o me
    han querido mal en la Tierra, no les conservo ningún
    odio y ruego a Dios que les perdone.
    Señor, dadme fuerzas para dejar sin pesar los
    goces groseros de este mundo, que no son nada al
    lado de los goces puros del mundo en que voy a entrar.
    Allí, para el justo, ya no hay tormentos, sufrimientos,
    ni miserias; sólo sufre el culpable pero le queda la
    esperanza.
    Buenos Espíritus, y vos, mi ángel de la guarda,
    no me dejéis fallar en este momento supremo; haced
    que resplandezca a mis ojos la luz divina para que
    reanime mi fe, si llegase a vacilar.
    Acción de gracias por un beneficio concedido a otro ¡Oh Dios!, bendito seáis por la
    felicidad que habéis concedido a N...
    Buenos Espíritus, haced que vea en ella un
    efecto de la bondad de Dios. Si el bien que se le concede
    es una prueba, inspiradle el pensamiento de que haga
    de él un buen uso y de no envanecerse, con el fin de
    que este bien no resulte en su perjuicio para el futuro.
    Vos, mi buen genio que me protegéis y deseáis
    mi felicidad, alejad de mi pensamiento todo sentimiento
    de envidia y de celos.
    Para los que sufren persecución Señor, vos nos dijisteis, por la
    boca de Jesús, vuestro Mesías: “Bienaventurados los
    que sufren persecución por la justicia; perdonad a
    vuestros enemigos; orad por los que os persiguen”; y
    Él mismo nos ha enseñado el camino, orando por sus
    verdugos.
    A su ejemplo, ¡oh Dios!, solicitamos vuestra
    misericordia para los que desconocen vuestros divinos
    preceptos, los únicos que pueden asegurar la paz en
    este mundo y en el otro. Nosotros decimos como el
    Cristo: “Perdonadles, Padre Nuestro, porque ellos no
    saben lo hacen”.
    Dadnos la fuerza para soportar con paciencia y
    resignación, como pruebas para nuestra fe y humildad,
    sus burlas, sus injurias, sus calumnias y
    persecuciones; apartadnos de todo pensamiento de
    represalias, porque la hora de vuestra justicia sonará
    para todos y nosotros la esperamos sometiéndonos a
    vuestra santa voluntad.
    Oración del Necesitado ¡Oh! Señor Todopoderoso y Supremo Hacedor del Universo, perdona este mortal
    si en algo ha faltado ignorantemente y Tú que todo lo ves, lo oyes y lo aprecias por tu
    infinita sabiduría; mira la necesidad en que hoy me encuentro y ayúdame a conseguir
    el pan de cada día por medio del honroso trabajo o de alguna manera que mi conciencia
    no se cargue, ni tenga que arrepentirme de mi proceder.

    Escucha mi ruego, ¡oh señor! Que te hago de corazón, con el deseo de no faltar a
    mis deberes contraídos y haz que cumplan conmigo igualmente las personas que para
    mí lo tengan, tanto materiales como morales y ayúdame a obtener el trabajo que
    necesite para el sustento de mi familia o ilumíname para alcanzar el pan de cada día o
    para poder realizar mis ideas si fuere no solamente para mí bien, sino para el bien de la
    humanidad viviente.

    Dadme fuerzas para poder seguir soportando estas pruebas que agobian mi cuerpo
    y menoscaban mi espíritu, no por orgullo, Señor, sino para que mi misión sea más
    pasable y pueda tolerar así mismo las imprecaciones y desavenencia de los seres que
    me rodean y continuar mi derrotero sin tener que recurrir a nada que pueda afectar mi
    integridad personal, ni perjudique mi existencia presente, ni labre un retroceso para el
    futuro.

    Gracias mi Señor, por tu bondad infinita, porque de tu misericordia no puede
    dudarse y sé que me ayudarás a la realización de mi idea o a la adquisición del trabajo
    que necesito.
  • Nombre Oración
    Para alguien que esté en aflicción ¡Oh Dios!, cuya bondad es
    infinita, dignaos aliviar la amargura de la posición de
    N..., si tal es vuestra voluntad.
    Buenos Espíritus, en nombre de Dios
    Todopoderoso, os suplico que le asistáis en sus
    aflicciones. Si en interés suyo, no pueden ser evitadas,
    hacedles comprender que son necesarias para su
    adelantamiento. Dadle la confianza en Dios y en el
    porvenir, y se le harán menos duras. Dadle también la
    fuerza para que no sucumba a la desesperación; porque
    perdería el fruto y haría que su posición futura fuera
    aún más penosa. Conducid mi pensamiento hacia él y
    que le ayude a sostener su ánimo.
    Para un agonizante Dios poderoso y misericordioso,
    he aquí un alma que deja su envoltura terrestre
    para volver al mundo de los Espíritus, su verdadera
    patria; que pueda entrar allí en paz y que vuestra
    misericordia se extienda sobre ella.
    Buenos Espíritus, que la acompañasteis en la
    Tierra, no la abandonéis en este momento supremo;
    dadle fuerza para soportar los últimos sufrimientos que
    debe padecer en este mundo para su adelantamiento
    futuro; inspiradle para que ella consagre al
    arrepentimiento de sus faltas los últimos destellos de
    inteligencia que le restan o que pueden volverle
    momentáneamente.
    Dirigid mi pensamiento a fin de que su acción
    haga menos penosa la separación, y que lleve en su
    alma, en el momento de dejar la Tierra, los consuelos
    de la esperanza.
    Para las personas que se han amado Dignaos, ¡oh Dios!, acoger
    favorablemente la oración que os dirijo por el Espíritu
    de N... hacedle entrever vuestras divinas luces y que le
    sea más fácil el camino de la felicidad eterna. Permitid
    que los buenos Espíritus le lleven mis palabras y mi
    pensamiento.
    Tú que me eras querido en este mundo, oye mi
    voz que te llama para darte un nuevo testimonio de mi
    afecto. Dios permitió que fueses liberado primero; no
    podría quejarme de ello sin egoísmo, porque sería estar
    afligido por no tener más para ti las penas y los
    sufrimientos de la vida. Espero, pues, con resignación
    el momento de nuestra reunión en el mundo más feliz
    en que me has precedido.
    Yo sé que nuestra separación es momentánea y que por larga que pudiera parecerme, su duración se
    borra ante la eterna felicidad que Dios promete a sus
    elegidos. Que su bondad me preserve de hacer nada
    que pueda retardar este instante deseado, y que me
    ahorre de este modo el dolor de no volverte a encontrar
    al salir de mi cautiverio terrestre.
    ¡Oh! ¡Qué dulce y consoladora es la certeza de
    que sólo hay entre nosotros un velo material que te
    oculta de mi vista! Que puedas estar aquí, a mi lado,
    verme y oírme como otras veces y aún mejor que antes;
    que no me olvidarás como yo tampoco no te olvidaré;
    que nuestros pensamientos no cesen de confundirse,
    y que el tuyo me siga y me sustente siempre.
    Que la paz del Señor sea contigo.
    Para las almas que sufren y piden oraciones I Dios clemente y misericordioso,
    que vuestra bondad se extienda sobre todos los
    Espíritus que desean nuestras oraciones y particularmente
    sobre el alma de N...
    Buenos Espíritus cuya única ocupación es el
    bien, interceded conmigo para su alivio. Haced que
    resplandezca a sus ojos un rayo de esperanza, y que la
    divina luz les ilumine y les haga ver las imperfecciones
    que les alejan de la morada de los felices. Abrid su
    corazón al arrepentimiento y al deseo de depurarse para
    acelerar su adelantamiento. Hacedles comprender que
    por su esfuerzo pueden abreviar el tiempo de sus
    pruebas.
    ¡Qué Dios, en su bondad les dé fuerza para
    perseverar en sus buenas resoluciones!
    Que estas palabras benévolas puedan mitigar
    sus penas demostrándoles que en la Tierra hay seres
    que saben compadecerse de ellos y que desean su
    felicidad.
    Para las almas que sufren y piden oraciones II Os suplicamos, Señor, derramar
    sobre todos los que sufren, sea en el espacio como
    Espíritus errantes, sea entre nosotros como Espíritus
    encarnados, las gracias de vuestro amor y de vuestra
    misericordia. Tened piedad de nuestras debilidades.
    Falibles nos hicisteis, pero nos habéis dado la fuerza
    para resistir al mal y vencerlo. Que vuestra misericordia
    se extienda sobre todos los que no han podido resistir
    a sus malas inclinaciones y están aún arrastrándose en
    un mal camino. Que vuestros buenos Espíritus le
    envuelvan; que vuestra luz resplandezca a sus ojos, y
    que, atraídos por su calor, vengan a prosternarse a
    vuestros pies, humildes, arrepentidos y sumisos.
    Os suplicamos igualmente, Padre de
    misericordia, por aquellos de nuestros hermanos que
    no tuvieron la fuerza de soportar las pruebas terrestres.
    Vos nos disteis un fardo para cargar, Señor, y nosotros
    sólo debemos depositarlo a vuestros pies; pero nuestra
    debilidad es grande y el valor nos falta algunas veces
    por el camino. Tened piedad de estos servidores
    indolentes que han abandonado la obra antes de
    tiempo; que vuestra justicia les excuse y permita a
    vuestros buenos Espíritus llevarles el alivio, los
    consuelos y la esperanza del futuro. El camino del
    perdón es fortificante para el alma; mostradlo, Señor, a
    los culpables que desesperan, y sostenidos por esta
    esperanza sacarán fuerzas del mismo cúmulo de sus
    faltas y de sus sufrimientos para rescatar su pasado y
    prepararse para conquistar el porvenir.
    Para los enfermos I (Para que la diga el enfermo).
    Señor, sois todo justicia; la enfermedad que habéis
    querido enviarme debo merecerla, porque jamás hacéis
    sufrir sin causa. Para mi curación, yo me entrego a
    vuestra infinita misericordia; si os place volverme la
    salud, que vuestro santo nombre sea bendito; si por el
    contrario debo sufrir aún, que así mismo sea bendito;
    me someto sin murmurar a vuestros divinos decretos,
    porque todo lo que haréis no puede tener otro objeto
    que el bien de vuestras criaturas.
    Haced, Dios mío, que esta enfermedad sea para
    mí un aviso saludable y me lleve a meditar sobre mí
    mismo; la acepto como una expiación del pasado y
    como una prueba de mi fe y sumisión a vuestra santa
    voluntad.
    Para los enfermos II (Para el enfermo). Dios mío,
    vuestros designios son impenetrables, y en vuestra
    sabiduría creísteis un deber afligir a N... con la
    enfermedad. Os suplico echéis una mirada de
    compasión sobre sus sufrimientos y os dignéis
    ponerles un término.
    Buenos Espíritus, ministros del Todopoderoso,
    os ruego que secundéis mi deseo de aliviarle; dirigid
    mi pensamiento, a fin de que vaya a derramar un bálsamo
    saludable en su cuerpo y el consuelo en su alma.
    Inspiradle la paciencia y la sumisión a la
    voluntad de Dios, dadle fuerza para sobrellevar sus
    dolores con resignación cristiana a fin de que no se
    pierda el fruto de esta prueba.
    Para los enfermos III (Para ser pronunciada por el
    médium de curación). Dios misericordioso, si os dignáis
    serviros de mí, aun cuando soy indigno puedo curar
    este sufrimiento si tal es vuestra voluntad, porque tengo
    fe en vos; sin vos nada puedo. Permitid a los buenos
    Espíritus que me penetren con su fluido saludable, a
    fin de que lo trasmita a este enfermo, y alejad de mí
    todo pensamiento de orgullo y de egoísmo que pudiera
    alterar su pureza.
  • Nombre Oración
    Para un niño recién nacido II Dios mío, me confiasteis la suerte de
    uno de vuestros Espíritus; haced, Señor, que sea digno
    del deber que me fue impuesto; concededme vuestra
    protección; iluminad mi inteligencia con el fin de que
    pueda discernir pronto las tendencias del que debo
    preparar para entrar en vuestra paz.
    Para un niño recién nacido I (Para los padres). Espíritu que
    estás encarnando en el cuerpo de nuestro hijo,
    bienvenido seas entre nosotros; Dios Todopoderoso
    que lo habéis enviado, bendito seáis.
    Este es un depósito que nos ha sido confiado,
    del que debemos dar cuenta un día. Si pertenece a la
    nueva generación de Espíritus que debe poblar la Tierra,
    ¡gracias, oh Dios, por este favor! Si es un alma
    imperfecta, nuestro deber es ayudarla a progresar en el
    camino del bien, por nuestros consejos y buenos
    ejemplos; si cayere en el mal por nuestra causa,
    responderemos de ello ante vos, porque no habremos
    cumplido nuestra misión respecto a él.
    Señor, sostenednos en nuestro trabajo y dadnos
    fuerza y voluntad para cumplirlo. Si este niño debe ser
    objeto de nuestras pruebas, ¡que se cumpla vuestra
    voluntad! Buenos Espíritus que habéis venido a presidir
    su nacimiento y debéis acompañarle durante su vida,
    no lo abandonéis. Alejad de él a los Espíritus imperfectos
    que pudieran inducirle al mal; dadle fuerza para resistir
    a sus sugestiones y el valor para sufrir con paciencia y
    resignación las pruebas que le esperan en la Tierra.
    Para un niño recién nacido II Dios de bondad, puesto que habéis
    tenido a bien permitir al Espíritu de este niño que venga
    de nuevo a sufrir las pruebas terrestres para hacerle
    progresar, dadle la luz a fin de que aprenda a conoceros,
    amaros y adoraros. Haced, por vuestra omnipotencia,
    que esta alma se regenere en el manantial de vuestras
    divinas instrucciones; que bajo el amparo de su ángel
    de la guarda, su inteligencia crezca, se desarrolle y le
    haga aspirar a aproximarse cada vez más a vos; que la
    ciencia del Espiritismo sea la luz brillante que le ilumine
    a través de los escollos de la vida; que sepa, en fin,
    apreciar toda la inmensidad de vuestro amor, que nos
    prueba para fortificarnos.
    Señor, echad una mirada paternal sobre la familia
    a la que confiaste esta alma; que pueda comprender la
    importancia de su misión y haced germinar en este niño
    las buenas semillas, hasta el día en que él mismo pueda,
    por sus propias aspiraciones, elevarse sólo hacia vos.
    Dignaos, oh Dios, escuchar esta humilde
    plegaria en nombre y por los méritos del que dijo: “Dejad
    a los niños venir a mí, porque el reino de los cielos es
    para los que se les asemejen”.
  • Nombre Oración
    Contemplación Dios omnipotente, voluntad sublime y viviente que no hay palabra para expresarla, que
    ninguna idea puede abrazar; podemos, sin embargo, elevar nuestro corazón hacia Ti
    porque a Ti estamos unidos. Tu voz se hace oír dentro de nosotros; en Ti lo
    incomprensible, nuestra propia naturaleza y el mundo entero nos son inteligibles; cada
    enigma de nuestra existencia está resuelto y en nuestra alma reina una perfecta
    armonía. Tú creaste en nosotros la conciencia nuestro deber y la de nuestro destino en
    la serie de los seres razonables. ¿Cómo? Lo ignoramos. ¿Pero acaso tenemos necesidad
    de saberlo? Lo que sabemos es que Tú conoces muy bien nuestros pensamientos y
    aceptas nuestras buenas intenciones, y la contemplación de tus relaciones con nuestra
    naturaleza infinita, basta para tranquilizarnos y hacernos felices. En cuanto a nosotros
    mismos, no sabemos bien lo que debemos hacer; por lo tanto, obraremos simplemente
    con serenidad y sin astucia, porque tu voz es la que ordena y la fuerza con que
    cumplimos nuestros deberes es la propia tuya.

    No tenemos los acontecimientos de este mundo, porque este mundo es el tuyo y
    estos acontecimientos forman parte de tus designios; lo que dentro de estos designios
    es positivamente el bien y sólo un medio de evitar el mal, lo logramos; pero sabemos
    que todo el universo concluirá bien en esta fe estamos seguros. ¿Qué importa que no
    conozcamos lo que es el germen, flor o fruto perfecto? Lo que nos importa es el de la
    razón y la moralidad entre los seres razonables. ¡Ah! ¡Cuando nuestro corazón se cierre
    a todo deseo terrestre, cuanto grande nos parecerá el universo bajo su aspecto glorioso!
    Las masas inertes y embarazosas que solo sirven para llenar el espacio se desvanecerán,
    y en su lugar un eterno oleaje de vida, de fuerza y de acción, brotará del grande
    manantial de la vida primordial, que es tu vida. Señor, que eres unidad eterna.
    Acto de amor a Dios II Yo sentía, Dios, dentro del pecho un deseo y afán siempre creciente, y ese afán
    ardentísimo y deshecho era un enigma en mi confusa mente.

    Yo buscaba un objeto que pudiera dejar contento al corazón ansioso, y no hallaba
    en la natura entera y volví a mi anhelo impetuoso. Y era, Dios mío, que mi pecho amaba,
    y ese inmenso afán en que latía, objeto inmenso cual su amor buscaba y era al mundo
    pequeño al ansia mía. Entonces conocí cual era el polo y desde entonces me entregue a
    ti solo y tú fuiste mi amor y mi consuelo, que yo buscaba en mi ferviente anhelo.

    Amor divino cuya ardiente llama nutre al ser que me dio tu providencia, que es
    cadáver, Dios mío, el que no ama, y tu amor es la vida, la existencia.

    Más ay, que el pecho fascinado a veces de Ti se olvida, aletargado y frío y apagado
    tu amor con esquiveces la mundana ilusión abrasa impío.

    Más no permitas que un error tan triste afecto alguno al corazón exhale, que es
    indigno del alma que me diste amar a un mundo que tampoco vale.

    Calle ese mundo, pues, calle el grito con que apartarme de tu amor intenta, un
    corazón que amado es infinito con menos que con Dios no se contenta.
    Oración del Alma Dios mío, perdona esta alma que está vagando por las tinieblas de la ignorancia.
    Padre mío, ilumina el sendero que ha de seguir esta alma como divisa. Hermano que
    estás perdiendo el tiempo, oye mi voz que te dicta para pleno beneficio de tu progreso.

    Hermano que irradias mi materia con tus fluidos, deseo que no persistas en esta
    tentación. Dios mío, dale a este hermano un átomo de comprensión para que su espíritu
    reciba una lección, así también vos, Padre Celestial, perdonadme si yo he cometido
    alguna falta en contra de él. Espero ir a reconcilio espiritual con este hermano invisible.

    Deseo que él se dé exacta cuenta de que es un espíritu y está llamado a progresar
    por el sendero del bien. Hermano, espero que te decidas por tu progreso y que te des
    exacta cuenta de la obra que estás haciendo. Deseo que desde este instante en adelante
    pienses de otra manera muy distinta. Deseo que tu guardián te dé una estela de luz.

    Dios mío, si este hermano viene conmigo en tendencia, yo deseo que vos como ser
    supremo le perdonéis toda idea que este hermano haya trasmitido contra mi persona.

    Tu hermano en la tierra orará por tu espíritu.

    Tres padres nuestro para tu alma durante nueve días.
    Credo Espiritista Creo en Dios, creador de los mundos visibles e invisibles; que ha hecho todo
    transformable y perfectible con un fin e armonía eterna. Creo en el padre todopoderoso
    de las humanidades de todos los mundos. Creo que mi alma emanada de su seno
    fecundo, gravita alrededor del foco luminoso de su inteligencia, como los astros
    alrededor del sol, y de El recibe la luz y fuerza. Creo que voy hasta esa alma grande de
    las almas, por grados ascensionales y purificadores; que voy subiendo los escalones
    espirituales por medio de existencias sucesivas y que siempre puedo, por esfuerzo de
    mi voluntad y la unión magnética de mi espíritu con Dios, redimirme de las culpas del
    pasado, contra la sociedad, la familia, mis amigos y contra mí, creo en la solidaridad de
    los sufrimientos en el mundo visible y en el invisible, en vista de una armonía final de
    Paz y de Amor.

    Dios mío, creo en vuestra potencia, por las maravillas de la Creación que hiere mis
    ojos, pero sobre todo, creo en vuestra suprema bondad, por medio de los sentimientos
    de mi corazón.

    Creo firmemente en la Ley del amor, por la cual todos los hombres se elevan y se
    purifican, y tengo la certeza firme de que siendo el mal la desgracia, no habrá más que
    dichosos en la tierra cuando desaparezcan los malos. Ser bueno es querer a sus
    hermanos en humanidad, y amar a sus hermanos es amaros.

    Gracias, Dios mío, que habéis puesto al lado de la solidaridad los sufrimientos la
    colectividad de los goces. Gracias por habernos reunido en familia, grupos, regiones,
    falanges, para vivir juntos, agrupados en un solo corazón, para fortificaros unos a otros,
    ayudar al progreso de los atrasados y curar a los que sufren. Inspiradnos lo que
    debemos hacer para acelerar la libertad de las almas cautivas bajo el peso de las
    pasiones viles y de la ignorancia. Ayudadnos en la lucha en contra de todo enemigo del
    progreso y no permitir que confundamos nunca el cielo para el fundamento de las
    verdades nuevas con los impulsos culpables de nuestro carácter. Haced que seamos
    persuasivos, sin lastimar nunca nada, ni por nuestros actos, ni por nuestras palabras.

    Padre Todopoderoso, mandad sobre la tierra el Ángel de la Redención, pues creo
    en su venida para la salvación del género humano y la liberación definitiva de nuestra
    Tierra de Pruebas.

    Haced más y más grande y fuerte, valerosos e invisibles, animados para preparar
    vuestro reino. Creo en vuestro reino, Dios mío, en él creo con certeza, aspiro con toda
    mi alma a verlo llegar gloriosamente.

    El reino del espíritu anunciado, que principia, es la prueba de que creyendo en vos
    y en vuestras promesas estoy sobre la senda de la verdadera felicidad, con mis
    hermanos; por la Ley del Amor.
    Plegaria En el nombre de Dios Todopoderoso, una vez más te pido Padre de Amor, de
    Misericordia Infinita, señor, Juez Supremo del Universo Infinito, derrames tus rayos de
    luz divina y tus átomos benéficos y saludables sobre mi atribulado espíritu encarnado,
    me cobijes con tu manto de luz divina y me liberes de todo tipo de malevolencias, de
    fluidos impuros, de influencias mal sanas y de los espíritus atrasados que quieran
    interrumpir mi adelanto y mi progreso espiritual. Que de una vez por todas les hagas
    ver que desistan de su obstinación se arrepientan de todo corazón para que se
    incorporen a trabajar por su progreso y adelantamiento espiritual. Que entiendan que
    la vida es eterna y continuada que el espíritu no muere porque es hijo consustancial e
    hijo coeterno del creador universal. Que las penas y alegrías que hoy padecemos y
    gozamos son producto de nuestro propio y libre albedrío. Que venimos al planeta tierra
    porque el planeta tierra es una escuela de preparación espiritual y venimos aquí a
    saldar las deudas que tenemos con la ley universal. Pero hoy, cuando el planeta tierra
    está pasando por un periodo de transición porque el ciclo dado por la ley universal ya
    se cumplió nuestro Padre que nunca nos abandona y está pendiente de nuestro
    adelanto y progreso espiritual ha creado estos puestos de auxilio y de orientación para
    que nos arrepintamos de todo corazón nos incorporemos a trabajar por nuestro propio
    progreso y adelantamiento espiritual y salir mejor de esta existencia que cuando en ella
    entramos. Por eso se les pide, hermanos que se arrepientan de todo corazón y repitan
    conmigo digan:

    "Padre de amor, de misericordia infinita, señor, aquí nos tienes señor, sumisos y
    arrepentidos, te pido que nos perdones nos des un rayo de tu luz. Ángeles de nuestra
    guarda, guías y protectores espirituales, no nos abandones, ahora es cuando más los
    necesitamos, llévennos a los centros de estudio y de orientación donde podamos
    conseguir la luz divina que tanto necesitamos para nuestro propio progreso y
    adelantamiento espiritual. Jesús de Nazareth, amado maestro, queridísimo hermano
    mayor, pastor de las almas, somos tus ovejas descarriadas no nos abandones, llévanos
    a tu redil queremos ser espíritus buenos, espíritus en progreso, danos un rayo de tu luz
    para seguir tu huella y ser feliz como los demás espíritus que nos rodean."

    Allí tienen la luz, elévense al espacio a trabajar a estudiar por su dicha y por su
    felicidad, Adiós Hermanos que el padre les dé luz y progreso y los buenos espíritus los
    ayuden a desprenderse de los lazos materiales, adiós hermanos, luz y progreso para
    todos ustedes.
    Plegaria del Naufrago Torna tu vista, Dios Mío, hacia esta infeliz criatura no me des mi sepultura entre las olas
    del mar.

    Dadme la fuerza y valor para salvar el abismo, dame gracia, por lo mismo, que es
    tan grande tu bondad.

    Si yo, cual frágil barquilla, por mi soberbia halagado, el mar humano he cruzado,
    tan sólo tras el placer, dejadme, Señor, que vuelva a pisar el continente, haciendo voto
    ferviente de ser cristiano con fe.

    Si yo con mi torpe falta me he mecido entre la bruma desafiando la espuma que
    levanta el temporal, te ofrezco que en adelante no tendré el atrevimiento de ensordecer
    al lamento de aquel que sufre en el mal.

    Y siguiendo mi rumbo, he tenido hasta el descaro de burlarme de aquel faro que
    puerto me designó; yo te prometo Dios mío, que brilla sobre la cruz no burlarme de esa
    luz por el hijo de tu amor.

    ¡Oh! Tú, padre de mi alma, que escuchas al afligido y me ves arrepentido de lo que
    mi vida fue. Sálveme, Dios mío, sálveme y dame, antes que dé cuenta, para que yo me
    arrepienta el tiempo preciso. Amén
    Plegaria del Agradecido ¡ Como pude padre mío,
    desesperar en mi prueba!
    ¡Perdón!, mi razón la lleva
    el pesar del desvarío.
    Perdona, Señor y atiende
    esta obra meritoria,
    que yo grabo en mi memoria,
    de quien su mano me tiende.

    Dulce impresión que yo abrigo
    en mi seno recogida
    sello que toda mi vida
    llevaré siempre conmigo;
    dulce impresión que mañana
    mi pecho sagrario suyo
    quedará al regazo tuyo
    allende en vida cercana.
    Escucha mi voz contrita,
    de mi pasado desvío;
    escucha mi afán, Dios mío,
    en tu bondad infinita.
    Oye la súplica que
    yo te elevo en mi fervor,
    por el alma que a tu amor
    vuela en alas de la fe.

    Por ella te mando hoy,
    el consuelo que me envías,
    las férvidas preces mías
    y las gracias que te doy.
    Por ella ruego que presto
    cese si es que le conviene,
    la triste pena que tiene
    por su atraso. Padre Nuestro.
    Acto de Amor a Dios A ti, vuela, Señor mi pensamiento palpita por tu amor mi corazón, haz que hacia ti
    me eleve el sufrimiento y de ofensas e injurias el perdón.

    Que brille en mi horizonte la esperanza que me alumbre la antorcha de la fe y
    bendice al espíritu que avanza entre tinieblas si esa luz no ve.

    De caridad la llama abrasadora sea en mi pecho el fuego de Vestal voz de consuelo
    para el ser que llora, pan de los pobres y remedio al mal.

    Del egoísmo arranca la semilla si pretendiera germinar en mí. A ti, Señor, la
    creación se humilla; mi orgullo solo desconoce a ti.

    Desvanece las nubes en mi mente que intentara la duda levantar y en alas de un
    rumor siempre creciente deja que pueda tu mansión volar.
  • Nombre Oración
    Para los recién fallecidos Dios Todopoderoso, que
    vuestra misericordia se extienda sobre el alma de N...
    que acabáis de llamar a vos. ¡Qué la pruebas que ha
    sufrido en esta vida le sean tomadas en cuenta y
    nuestras oraciones puedan aliviar y abreviar las penas
    que tenga aún que sufrir como Espíritu!
    Buenos Espíritus que habéis venido a recibirle
    y sobre todo vos, su ángel de la guarda, asistidle para
    ayudarle a despojarse de la materia; dadle la luz y la
    conciencia de sí mismo con el fin de sacarle de la
    turbación que acompaña al tránsito de la vida corporal
    a la vida espiritual. Inspiradle el arrepentimiento de las
    faltas que haya cometido y el deseo de que le sea
    permitido el repararlas para activar su adelantamiento
    hacia la vida de eterna felicidad.
    N..., acabas de entrar en el mundo de los
    Espíritus, y sin embargo, estás aquí presente entre
    nosotros; nos ves y nos escuchas, porque no hay más
    diferencia entre tú y nosotros que el cuerpo perecedero
    que acabas de dejar y que muy pronto será reducido a
    polvo.
    Dejaste el grosero envoltorio sujeto a las
    vicisitudes y a la muerte y sólo conservas la envoltura
    etérea, imperecedera e inaccesible a los sufrimientos.
    Si no vives ya por el cuerpo, vives la vida de los
    Espíritus y esta vida está exenta de las miserias que
    afligen a la Humanidad.
    Ya no tienes el velo que oculta a nuestros ojos
    los resplandores de la vida futura; de hoy en adelante
    podéis contemplar nuevas maravillas, mientras que
    nosotros estamos aún sumergidos en las tinieblas.
    Vas a recorrer el espacio y visitar los mundos
    con toda libertad, mientras que nosotros nos
    arrastramos penosamente sobre la Tierra, en la que nos
    retiene nuestro cuerpo material, semejante para
    nosotros a una carga muy pesada.
    El horizonte del infinito va a desarrollarse ante
    ti y en presencia de tanta grandeza comprenderás la
    vanidad de nuestros deseos terrestres, de nuestras
    ambiciones mundanas y de nuestros goces fútiles de
    que los hombres hacen sus delicias.
    La muerte sólo es, entre los hombres, una
    separación material de algunos instantes. Desde el lugar
    del exilio en donde nos retiene aún la voluntad de Dios,
    así como los deberes que tenemos que cumplir en este
    mundo, nosotros te seguiremos con el pensamiento
    hasta el momento en que se nos permita reunirnos
    contigo, así como tú te has reunido con los que te
    precedieron.
    Si nosotros no podemos ir a tu lado, tú puedes
    venir al nuestro. Ven, pues, entre los que te aman y que
    has amado; sosténles en las pruebas de la vida, vela
    por los que te son queridos, protégeles según tu poder
    y calma sus pesares con el pensamiento de que eres
    más feliz ahora y con la consoladora certeza de estar
    reunidos un día en un mundo mejor.
    En el mundo en que estás deben extinguirse
    todos los resentimientos terrestres. ¡Qué de hoy en
    adelante, seas inaccesible a ellos para tu felicidad
    futura! Perdona, pues, a los que han procedido mal
    contigo, como te perdonan aquellos con los que has
    procedido mal.
    Para los recién fallecidos II Señor Todopoderoso, que vuestra
    misericordia se extienda sobre nuestros hermanos que
    acaban de dejar la Tierra. Que vuestra luz resplandezca
    a sus ojos. Apartadlos de las tinieblas; abrid sus ojos y
    sus oídos. Que los buenos Espíritus les envuelvan y
    les hagan oír las palabras de paz y esperanza.
    Señor, por indignos que seamos, nos atrevemos
    a implorar vuestra misericordiosa indulgencia a favor
    de aquél de nuestros hermanos que acaba de ser
    llamado del exilio; haced que su regreso sea el del hijo
    pródigo. Olvidad, Dios mío, las faltas que ha podido
    cometer, para acordarnos del bien que hizo. Vuestra
    justicia es inmutable, lo sabemos, pero vuestro amor
    es inmenso; os suplicamos suavizar vuestra justicia
    por esa fuente de bondad que mana de vos.
    Que la luz se haga para ti, hermano mío, que
    acabas de dejar la Tierra. Que los buenos Espíritus del
    Señor desciendan hacia ti, te envuelvan y te ayuden a
    sacudir tus cadenas terrestres. Comprende y mira la
    grandeza de Nuestro Señor; sométete sin murmurar a
    su justicia, pero no desesperes jamás de su misericordia.
    ¡Hermano! Que un serio retorno a tu pasado te abra las
    puertas del porvenir haciéndote comprender las faltas
    que dejas detrás de ti y el trabajo que te queda para
    repararlas. Que Dios te perdone y que sus buenos
    Espíritus te sostengan y te animen. Tus hermanos de
    la Tierra orarán por ti y te piden que ores por ellos.
    Para un criminal Señor, Dios de misericordia, no
    rechacéis a este criminal que acaba de dejar la Tierra; la
    justicia de los hombres pudo condenarle, pero no por
    esto se salva de vuestra justicia, si su corazón no se ha
    conmovido por un sincero arrepentimiento.
    Quitadle la venda que le oculta la gravedad de
    sus faltas. ¡Que con su arrepentimiento encuentre
    gracia ante vos y que se alivien los sufrimientos de su
    alma! ¡Que nuestras oraciones y la intervención de los
    buenos Espíritus puedan darle la esperanza y el
    consuelo! Inspiradle el deseo de reparar sus malas
    acciones en una nueva existencia y dadle fuerza para
    que no sucumba en las nuevas luchas que emprenderá.
    ¡Señor, tened piedad de él!
    Para un suicida Sabemos, Dios mío, la suerte
    reservada a los que violan vuestras leyes acortando
    voluntariamente sus días; pero sabemos también que
    vuestra misericordia es infinita; dignaos derramarla
    sobre el alma de N... ¡Que nuestras oraciones y vuestra
    conmiseración endulcen la amargura de los
    padecimientos que sufre por no haber tenido el valor
    de esperar el fin de sus pruebas!
    Buenos Espíritus cuya misión es asistir a los
    infelices, tomadle bajo vuestra protección;
    inspiradle el arrepentimiento de su falta y que
    vuestra asistencia le dé la fuerza de soportar con
    más resignación las nuevas pruebas que tendrá que
    sufrir para repararla. Separad de él a los malos
    Espíritus que podrían de nuevo llevarlo al mal y
    prolongar sus sufrimientos, haciéndole perder el
    fruto de sus futuras pruebas.
    Tú, cuya desdicha es el objeto de nuestras
    oraciones, ¡que nuestra conmiseración endulce tus
    amarguras y haga nacer en ti la esperanza de un
    porvenir mejor! Este porvenir está en tus manos; confía
    en la bondad de Dios, cuyo seno está abierto a todos
    los arrepentidos, y sólo permanece cerrado a los
    corazones endurecidos.
  • Nombre Oración
    Para alejar a los malos espíritus I ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos
    hipócritas, que limpiáis lo de fuera del vaso y del
    plato, y por dentro estáis llenos de rapiña y de
    inmundicia! – ¡fariseos ciegos, limpiad primero el
    interior del vaso y del plato para que sea también
    limpio lo que está afuera! – ¡Ay de vosotros, escribas
    y fariseos hipócritas! Porque sois semejantes a
    sepulcros blanqueados, que por fuera parecen
    hermosos a los ojos de los hombres y dentro están
    llenos de toda suerte de podredumbre. – Así también
    de fuera os mostráis justos a los ojos de los hombres;
    mas por dentro estáis llenos de hipocresía y de
    iniquidad. (San Mateo, cap. XXIII, v. 25 a 28).
    Para alejar a los malos espíritus II En nombre de Dios Todopoderoso,
    que los malos Espíritus se alejen de mí y que
    los buenos me sirvan de protección contra ellos.
    Espíritus malhechores, que inspiráis malos
    pensamientos a los hombres; Espíritus tramposos y
    mentirosos que les engañáis; Espíritus burlones que
    abusáis de su credulidad, os rechazo con todas las
    fuerzas de mi alma y cierro el oído a vuestras
    sugestiones; pero pido para vosotros la misericordia
    de Dios.
    Buenos Espíritus, que os dignáis asistirme,
    dadme fuerza para resistir a la influencia de los malos
    Espíritus y luz necesaria para no ser víctima de sus
    embustes. Preservadme del orgullo y de la presunción;
    separad de mi corazón los celos, el odio, la malevolencia
    y todo sentimiento contrario a la caridad, porque son
    otras tantas puertas abiertas al Espíritu del mal.
    Para los espíritus arrepentidos Dios de misericordia, que
    aceptáis el arrepentimiento sincero del pecador,
    encarnado o desencarnado, aquí tenéis un Espíritu que
    se ha complacido en el mal, pero que reconoce sus
    faltas y entra en el buen camino; dignaos Dios mío,
    recibirle como a un hijo pródigo y perdonadle.
    Buenos Espíritus, cuya voz él desconoció, de
    aquí en adelante quiere escucharos; permitid que pueda
    entrever la felicidad de los elegidos del Señor, a fin de
    que persista en el deseo de purificarse para alcanzarla;
    sostenedle en sus buenas resoluciones y dadle fuerza
    para resistir sus malos instintos.
    Espíritu de N... os felicitamos por vuestra
    conversión y damos gracias a los buenos Espíritus
    que os han ayudado.
    Si antes os complacíais en hacer el mal, fue
    porque no comprendíais cuán dulce es el goce de hacer
    el bien; os considerabais también demasiado bajo para
    poder conseguirlo. Pero desde el instante en que os
    pusisteis de pie en el buen camino, una luz se hizo para
    vos; comenzaste a disfrutar de una felicidad
    desconocida y la esperanza entró en vuestro corazón.
    Es que Dios escucha siempre la oración del pecador
    arrepentido y no rechaza a ninguno de los que vienen
    a él.
    Para entrar completamente en gracia junto a Él,
    aplicaos desde hoy en adelante. No sólo a no hacer el
    mal, sino hacer el bien y sobre todo a reparar el mal que
    habéis hecho; entonces habréis satisfecho a la justicia
    de Dios; cada buena acción borrará una de vuestras
    faltas pasadas.
    El primer paso está dado; ahora, cuanto más
    avancéis, tanto más fácil y agradable os será el camino.
    Perseverad, pues, y un día tendréis la gloria de ser
    contado entre los buenos Espíritus y los Espíritus
    felices.
    Para los espíritus endurecidos Señor, dignaos mirar
    bondadosamente a los Espíritus imperfectos que aún
    están en las tinieblas de la ignorancia y os desconocen,
    y particularmente al de N...
    Buenos Espíritus, ayudadnos a hacerlo
    comprender que induciendo a los hombres al mal,
    obsesándoles y atormentándoles, prolonga sus propios
    sufrimientos; haced que el ejemplo de felicidad que
    vosotros gozáis sea un estímulo para él.
    Espíritus que os complacéis aún en el mal,
    acabáis de oír la oración que hicimos por vos; ella debe
    probaros que deseamos haceros el bien, aunque hagáis
    el mal.
    Sois infelices, porque es imposible ser feliz
    haciendo el mal; ¿por qué, pues, permanecer en pena
    cuando depende de vosotros salir de ella? Oservad a
    los buenos Espíritus que os rodean; ved cuán felices
    son y si no sería más agradable para vosotros gozar de
    la misma felicidad.
    Diréis que eso os es imposible, pero nada hay
    imposible para el que quiere, porque Dios os dio, como
    a todas sus criaturas, la libertad de elegir entre el bien
    y el mal, es decir, entre la felicidad y la infelicidad; nadie
    está condenado al mal. Si tenéis la voluntad de hacerlo,
    podéis tener la de hacer el bien y de ser felices.
    Volved vuestras miradas hacia Dios, elevaos un
    solo instante hasta Él con el pensamiento y un rayo de
    su divina luz vendrá a esclareceros. Decid con nosotros
    estas simples palabras: ¡Oh Dios, me arrepiento,
    perdonadme! Probad el arrepentimiento y haced el
    bien, en vez de hacer el mal y veréis que pronto su
    misericordia se extenderá sobre vosotros y que un
    bienestar desconocido vendrá a reemplazar las
    angustias que sentís.
    Una vez que hayáis dado un paso en el buen
    camino, el resto del recorrido os parecerá fácil. Entonces
    comprenderéis cuanto tiempo perdisteis, por vuestra
    falta de felicidad; pero un futuro radiante y lleno de
    esperanza se abrirá ante vos y os hará olvidar vuestro
    miserable pasado, lleno de turbación y de tormentos
    morales que serían para vos el infierno si debiesen durar
    eternamente. Vendrá día en que esos tormentos serán
    tales que quisierais a cualquier precio hacerlos cesar;
    pero cuanto más esperareis, más difícil os será eso.
    No creáis que permaneceréis siempre en el
    estado en que estáis; no, eso es imposible; tenéis ante
    vos dos perspectivas: una es la de sufrir mucho más de
    lo que sufrís ahora, la otra de ser feliz como los buenos
    Espíritus que están a vuestro alrededor; la primera es
    inevitable si persistís en vuestra obstinación y un
    simple esfuerzo de vuestra voluntad basta para sacaros
    de la mala situación en que estáis. Apresuraos, pues,
    porque cada día de atraso es un día perdido para
    vuestra felicidad.
    Buenos Espíritus, haced que estas palabras
    encuentren acceso en esa alma aún atrasada, a fin de
    que la ayuden a acercarse a Dios. Así os lo suplicamos
    en nombre de Jesucristo, que tan gran poder tiene
    sobre los Espíritus malos.
    Para los obsesos II (Para el obseso). Dios
    Todopoderoso, dignaos darme el poder para liberar a
    N... del Espíritu que le obsesa; si entra en vuestros
    designios poner término a esta prueba, concededme la
    gracia de hablarle con autoridad.
    Buenos Espíritus que me asistís, y vos, su ángel
    de la guarda, prestadme vuestro auxilio y ayudadme a
    desembarazarle del fluido impuro que le envuelve.
    En nombre de Dios Todopoderoso, conjuro al
    Espíritu malhechor que le atormenta a que se retire.
    Para los obsesos I (Para ser pronunciada por el
    obseso). Dios de justicia, permitid a los buenos
    Espíritus que me libren del Espíritu malhechor que se
    ha unido a mí. Si es una venganza que ejerce por
    injusticias que le habré hecho en otro tiempo, vos lo
    permitís, Dios de bondad, para mi castigo y sufro la
    consecuencia de mi falta. ¡Qué mi arrepentimiento
    merezca vuestro perdón y mi liberación! Pero
    cualquiera que sea el motivo que tenga, solicito
    vuestra misericordia para él. Dignaos facilitarle el
    camino del progreso, que le desviará del pensamiento
    de hacer el mal. Que por mi parte, volviéndole bien
    por mal, pueda conducirle a mejores sentimientos.
    Mas yo sé también, ¡oh Dios mío!, que mis
    imperfecciones son las que me hacen accesible a las
    influencias de los Espíritus imperfectos. Dadme la luz en mí el orgullo que me ciega para que no vea mis
    defectos.
    ¡Cuán grande debe ser mi indignidad, puesto
    que un ser malhechor puede enseñorearse de mí!
    Haced, ¡oh Dios!, que este revés para mi vanidad
    me sirva de lección para el futuro; que él me fortalezca
    en la resolución que tomo de purificarme por la práctica
    del bien, de la caridad y de la humildad, con el fin de
    oponer de hoy en adelante una barrera a las malas
    influencias.
    Señor, dadme fuerza para soportar esta prueba
    con paciencia y resignación; comprendo que, como
    todas las otras pruebas, debe ella ayudar a mi
    adelantamiento si no pierdo su utilidad con mi
    murmuración, puesto que me proporciona la ocasión
    de manifestar mi sumisión y de ejercer la caridad hacia
    un hermano infeliz, perdonándole el mal que me hizo.
    Para los obsesos III (Para el Espíritu obsesor) Dios
    infinitamente bueno, imploro vuestra misericordia para
    el Espíritu que obsesa a N... hacedle entrever las divinas
    claridades, a fin de que él vea el falso camino en que
    está empeñado. Buenos Espíritus, ayudadme a hacerle
    comprender que tiene todo para perder haciendo el mal
    y todo para ganar haciendo el bien.
    Espíritu que os complacéis en atormentar a N...,
    escuchadme porque os hablo en nombre de Dios.
    Si quisiereis reflexionar, comprenderéis que el
    mal no puede imponerse al bien, y que no podéis ser
    más fuerte que Dios y los buenos Espíritus.
    Ellos podrían haber preservado a N... de toda
    persecución por vuestra parte; si no lo han hecho es
    porque él (o ella) debía sufrir esta prueba. Pero cuando
    esta prueba se concluya, os quitarán toda acción sobre
    él; el mal que le habéis hecho, en lugar de perjudicarle,
    servirá para su adelantamiento y con ello será más feliz;
    así vuestra maldad habrá sido una pura pérdida para
    vos y revertirá sobre vos mismo.
    Dios, que es todopoderoso y los Espíritus
    superiores sus delegados, que son más poderosos que
    vos, podrán, pues, poner término a esta obsesión
    cuando quieran y vuestra tenacidad se estrellará contra
    esa suprema autoridad. Mas, por el hecho mismo de
    que Dios es bueno, quiere dejaros el mérito de que
    ceséis por vuestra propia voluntad. Es una moratoria
    que se os concede; si no os aprovecháis de ella sufriréis
    sus deplorables consecuencias; grandes castigos y
    crueles sufrimientos os esperan; os veréis forzado a
    implorar su piedad y las oraciones de vuestra víctima,
    que ya os perdona y ora por vos, lo que es un gran
    mérito a los ojos de Dios y apresurará su liberación.
    Reflexionad, pues, mientras hay tiempo aún,
    porque la Justicia de Dios caerá sobre vos, como sobre
    todos los Espíritus rebeldes. Pensad que el mal que
    hacéis en este momento tendrá forzosamente un
    término, mientras que si os obstináis en vuestro
    endurecimiento, vuestro sufrimientos aumentarán sin
    cesar.
    Cuándo estabais en la Tierra, ¿no os hubiera
    parecido estúpido el sacrificar un gran bien por una
    pequeña satisfacción del momento? Lo mismo sucede
    ahora que sois Espíritu. ¿Qué ganáis con lo que hacéis?
    El triste placer de atormentar a alguno, lo que no os
    impide ser infeliz y cualquier cosa que podáis decir, os
    hará más infeliz aún. Al lado de eso, ved lo que perdéis; mirad a los
    buenos Espíritus que os rodean y ved si su suerte no
    es preferible a la vuestra. Participaréis de la felicidad
    que ellos gozan cuando lo queráis. ¿Qué es necesario
    para eso? Implorar a Dios y hacer el bien, en lugar de
    hacer el mal. Yo sé que no podéis transformaros de
    repente; pero Dios no pide nada imposible; lo que
    quiere es la buena voluntad. Probadlo, pues, y os
    ayudaremos. Haced que muy pronto podamos decir
    por vos la oración de los Espíritus arrepentidos , y no tengamos que colocaros más entre los
    Espíritus malos, hasta que podáis estar entre los
    buenos.
  • Nombre Oración
    Para los que nos quieren mal ¡Oh Dios!, yo perdono a N... el
    mal que me hizo y el que me quiso hacer, como deseo
    que me perdonéis y que él también me perdone las
    injusticias que yo pueda haber cometido. Si lo
    colocasteis en mi camino como una prueba, que se
    cumpla vuestra voluntad.
    Desviad de mí, ¡Oh Dios!, la idea de maldecirle
    y todo deseo malévolo contra él. Haced que yo no
    experimente ninguna alegría por las desgracias que
    pueda tener, ni pena por los bienes que puedan
    concedérsele, con el fin de no manchar mi alma con
    pensamientos indignos de un cristiano.
    Señor, que vuestra voluntad al extenderse sobre
    él, pueda conducirlo a los mejores sentimientos con
    respecto a mí.
    Buenos Espíritus, inspiradme el olvido del mal
    y el recuerdo del bien. Que ni el odio, ni el rencor, ni el
    deseo de volverle mal por mal, entren en mi corazón,
    porque el odio y la venganza sólo pertenecen a los
    Espíritus malos, encarnados y desencarnados. Por el
    contrario, que esté pronto a tenderle fraternalmente la
    mano, a volverle bien por mal y a socorrerle si me es
    posible.
    Deseo, para probar la sinceridad de mis
    palabras, que se me ofrezca la ocasión de serle útil;
    pero sobre todo, ¡Oh Dios!, preservadme de hacerlo
    por orgullo u ostentación confundiéndole con una
    generosidad humillante, lo que me haría perder el fruto
    de mi acción, porque entonces merecería que se me
    aplicasen aquellas palabras de Cristo: Ya recibisteis
    vuestra recompensa.
    Acción de gracias por el bien concedido a nuestros enemigos ¡Oh Dios, en vuestra justicia,
    entendiste un deber alegrar el corazón de N... Yo os lo
    agradezco por él, a pesar del mal que me hizo o que
    procura hacerme. Si se aprovechase de ello para
    humillarme, lo aceptaré como una prueba para mí,
    ejerciendo la caridad.
    Buenos Espíritus que me protegéis no permitáis
    que conciba por ello ningún pesar; desviad de mí la
    envidia y los celos que degradan; inspiradme por el
    contrario, la generosidad que eleva. La humillación está
    en el mal y no en el bien y sabemos que tarde o temprano
    se hará a cada uno justicia según sus obras.
    Para un enemigo muerto Señor, os habéis dignado llamar
    antes que a mí el alma de N... Yo le perdono el mal que
    me hizo y sus malas intenciones hacia mí; que pueda él
    arrepentirse de eso, ahora que ya no tiene las ilusiones
    de este mundo.
    Que vuestra misericordia, Dios mío, se extienda
    sobre él y alejad de mí el pensamiento de alegrarme con
    su muerte. Si procedí mal con él, que me perdone, como
    yo olvido a los que procedieron así conmigo.
  • Nombre Canto
    Patriarca Gitano Siento una voz que me llama
    de lo profundo del monte
    y es la voz de un gitano
    que viene a elaborar.
    y yo llamo a mi madre y no viene,
    y yo llamo a mi padre y tampoco,
    yo llamo a mi seres guías,
    que vengan poquito a poco.
    Papa Juan te estoy llamando, hay Dios
    Papa Juan en nombre de Dios
    Papa Juan, Patriarca Gitano
    Patriarca Gitano de los altos montes
    En coronación bajan los seres Oh venid, protector, oh venid.
    Sed el Guía de esta misión.
    Oh, venid protector a esta tierra,
    a esta linda coronación.


    En coronación, en coronación
    bajan los seres
    En coronación, en coronación
    bajan los seres.


    Tú dejaste la tierra, mi hermano,
    ahora vienes a hacer caridad
    le pido al Padre misericordia
    para que vengas buscando la paz.


    En coronación, en coronación
    bajan los seres.
    En coronación, en coronación
    bajan los seres
    Que distantes se ven estos seres,
    y, sin embargo, los tenemos presentes
    ellos vienen de lo infinito
    regando flores en un santiamén.


    En coronación, en coronación
    bajan los seres.
    En coronación, en coronación
    bajan los seres.


    San Hilario, potencia divina, San Hilario.
    Dónde estos congos?
    San Hilario, potencia divina, San Hilario.
    Dónde están estos muertos?
    San Hilario, potencia divina, San Hilario.
    Yo los llamo y no vienen.
    San Hilario, potencia divina, San Hilario.
    Comisión africana.
    San Hilario, potencia divina, San Hilario.
    Dónde están las gitanas?
    San Hilario, potencia divina, San Hilario.
    Dónde están estos indios?
    San Hilario, potencia divina, San Hilario.
    En el nombre del Padre.
    San Hilario, potencia divina, San Hilario.
    Trabaja Media Unidad
    Santa María en la Luna,
    Santa Isabel en el Sol.
    Y alrededor de nosotros
    no quiero perturbación.
    Santa María en la Luna,
    Santa Isabel en el Sol.
    Y alrededor de nosotros
    no quiero perturbación.


    Yo llamo un ser y no viene,
    lo llamo en nombre de Dios.
    Yo llamo a las siete potencias,
    no quiero perturbación.
    Santa María en la Luna
    Santa Isabel en el Sol
    Y alrededor de nosotros
    no quiero perturbación
    San María Madre,
    Santa Teresa de Jesús
    por ahí viene un Misionero
    y viene buscando luz.
    Santa María Madre
    Santa Teresa de Jesús,
    por ahí viene un Misionero
    y viene buscando luz.
    Ay, trabajar, ay trabajar,
    oye, laborar media unidad;
    laborando se recibe
    fe, esperanza y caridad.
    Trabajar, trabajar,
    trabajar media unidad
    laborando se recibe
    fe, esperanza y caridad
    Pero trabajar, ay trabajar,
    oye, trabaja así media unidad;
    que con los muertos recibimos
    fe, esperanza y caridad.
    Trabajar, trabajar,
    trabajar media unidad;
    (espiritistas a laborar)
    laborando se recibe
    fe, esperanza y caridad.
    Que laborando se recibe
    fe, esperanza y caridad.
    Con los muertos recibimos
    fe, esperanza y caridad.
    Oye, trabajar, ay trabajar,
    oye, trabaja así media unidad;
    laborando se recibe
    fe, esperanza y caridad, tú ves.
    Trabajar, trabajar,
    trabajar media unidad
    laborando se recibe
    fe, esperanza y caridad.



    Canción a Mama Francisca Siento una voz que me llama
    de lo profundo del mar,
    es la voz de una africana
    que nos llama a laborar.


    Siento una voz que me llama
    de lo profundo del mar,
    es la voz de una africana
    que nos llama a laborar.


    Ay, yo llamo a Mama y no viene,
    llamo a Papá y tampoco
    y yo ando buscando a un ser
    que venga poquito a poco.


    Siento una voz que me llama
    de lo profundo del mar,
    es la voz de una africana
    que nos llama a laborar.


    Mama Francisca, te estoy llamando, ay Dios
    Mama Francisca no me responde
    Reina africana te estoy llamando, ay Dios
    te estoy llamando yo a laborar
    Mama Francisca, te estoy llamando,
    Mama Francisca no me responde
    Mama Francisca, te estoy llamando,
    te estoy llamando a laborar.


    Ay, corre el agua, corre el agua, corre el agua Yemayá.
    corre el agua, corre el agua, ay con corriente espiritual.
    Corre el agua, corre el agua, corre el agua Yemayá.
    corre el agua, corre el agua, con corriente espiritual.


    Es que corre el agua, ay corre el agua, ay corre el agua Yemayá.
    corre el agua, corre el agua, con tu corriente espiritual. Mi Dios.
    Corre el agua, corre el agua, corre el agua Yemayá.
    corre el agua, corre el agua, con corriente espiritual.
    Que corre el agua, ay corre el agua, ay yomi yomi mi Yemayá.
    corre el agua, corre el agua, con tu corriente espiritual. Mi Dios.
    Corre el agua, corre el agua, corre el agua Yemayá.
    corre el agua, corre el agua, ay con corriente espiritual.


    A remar, a remar, a remar. A remar.
    A remar, a remar, a remar. A remar.
    A remar, a remar, todo el mundo a remar
    que la virgen nos va a acompañar.
    A remar, a remar, a remar. A remar.
    A remar, a remar, todo el mundo a remar
    que la virgen nos va a acompañar
    A remar, a remar, a remar. A remar.
    A remar, a remar, todo el mundo a remar
    que la virgen nos va a acompañar.
    Rema mi Yemayá.


    Canción al Congo de Guinea soy

    Soy

    Buenas noches criollo

    Buenas noches criollo

    Yo dejo mi huesa allá
    Yo vengo hacer caridad

    Yo dejo mi huesa allá
    Yo vengo hacer caridad

    Congo congito congo de verdad
    Tú vas a la tierra hacer caridad

    Congo congito congo de verdad
    Tú vas a la tierra hacer caridad dejo mi huesa allá
    Yo vengo hacer caridad

    Yo dejo mi huesa alla
    Yo vengo hacer caridad

    Pa que tú me llamas
    Pa que tú me llamas
    Si tú no me conoces

    Pa que tú me llamas
    Pa que tú me llamas

    Si tú no me conoces
    Pa que tú me llamas

    Pa que tú me llamas
    Pa que tú me llamas no me conoces
    Yo soy un negro congo
    Pa que tú me llamas

    Pa que tú me llamas
    Pa que tú me llamas

    Si tú no me conoces
    Yo vengo piango, piango
    Pa que tú me llamas

    Pa que tú me llamas
    Pa que tú me llamas

    Si tú no me conoces
    Yo vengo de los montes
    Pa que tú me llamas

    Pa que tú me llamas
    Pa que tú me llamas no me conoces
    Yo soy un negro congo
    Pa que tú me llamas

    Pa que tú me llamas
    Pa que tú me llamas

    Si tú no me conoces
    Yo vengo piango, piango
    Pa que tú me llamas

    Pa que tú me llamas
    Pa que tú me llamas

    Si tú no me conoces
    Yo vengo de los montes
    Pa que tú me llamas

    Pa que tú me llamas
    Pa que tú me llamas Si tú no me conoces
    Yo vengo derechito
    Pa que tú me llamas

    Pa que tú me llamas
    Pa que tú me llamas

    Si tú no me conoces
    Yo vengo a elaborar
    Pa que tú me llamas

    Pa que tú me llamas
    Pa que tú me llamas
    Oreen Oreen, oreen, oreen, oreen,
    Oreen hermanos míos oreen,
    Oreen para ese ser.
    Si la luz redentora te llama, buen ser
    y, te llama con amor a la tierra
    yo quisiera ver ese ser cantando
    al Verbo Divino Manuel.
    Oye buen ser, avanza y ven
    que el coro te llama
    y te dice ven.
    Oh buen ser avanza y ven
    que el coro te llama
    y te dice ven.
    Para San Lázaro Siete días, con siete noches,
    por el mundo caminando,
    y no encuentro una limosna,
    para mi viejo Babalu Aye
    Tanto como yo camino,
    tanto como yo trabajo,
    y no encuentro una limosna,
    para mi viejo Babalu Aye
    Babalu Aye, Babalu Aye, Babalu aye
    Dadme diecisiete céntimos
    Para Babalu ayeeeeeee
    Al cerrar la misa Se van los seres,
    se van los seres,
    se van los seres,
    a otra nación.
    Gracias le damos,
    gracias le damos,
    gracias le damos,
    al Divino Señor
    Gracias, gracias,
    gracias le damos,
    al Divino Señor.
    Con Dios empezamos y con Dios continuamos
    Santa Clara Santa Clara aclaradora,
    aclara ese humilde ser,
    que viene de los infinito,
    buscando caridad.
    Si a tu puerta llega
    un ser pidiendo caridad,
    no se la niegues hermano,
    que Dios te la pagara. Si a tu puerta llega
    un ser pidiendo caridad,
    no se la niegues hermano,
    que Dios te la pagara.
    Ave Maria Del cielo ha bajado,
    la madre de Dios,
    cantemos el Ave Maria
    con amor, ave, ave, Ave maria.
    ave, ave, ave Maria. Del cielo ha bajado,
    la madre de Dios,
    cantemos el Ave Maria
    con amor, ave, ave, Ave maria.
    ave, ave, ave Maria
    San Salvador Bendícelo San Salvador,
    San Salvador bendícelo,
    bendícelo en nombre de Dios.
    Hay bendícelo San Salvador,
    San Salvador bendícelo
    En nombre de Dios
    El santísimo Sea el santísimo

    Coro: Sea

    Sea el santísimo

    Coro:Sea

    Madre mía de la Caridad,
    ayúdanos, ampáranos en el nombre de Dios,

    Ay dios ¡

    Sea el santísimo

    Coro: Sea

    Sea el santísimo

    Coro: Sea madre mía de la Caridad,
    ayúdanos, ampáranos en el nombre de Dios, ay dios ¡

    Ave María Del cielo ha bajado la madre de Dios, cantemos un ave a su procesión

    Coro: Ave, ave, ave María

    Ave, ave, ave María

    Oh¡ María madre mía o consuelo celestial

    Ampáranos y guiarnos a la patria celestial

    Coro: Ave, ave, ave María

    Ave, ave, ave María

    Viva María, viva José viva esta obra espiritual

    Es María concebida cual pecado original

    Coro: Ave, ave, ave María

    Ave, ave, ave María

    Si en cielo tres estrellas iluminan la verdad

    Es la fe, la esperanza y la hermana Caridad

    Coro: Ave, ave, ave María
    Nino de Antorcha Acompáñame Nino de Antorcha

    Ven a mi deidad prodigiosa

    Abre tú y cierra el camino

    Mi destino depende de ti

    Bendito sea tu mano divina ,ay Dios, bendito es tu corazón

    Santo padre si tú me ayudas

    Orare,orare para ti

    Acrisolada de amor y virtudes

    Será mi vida si tú vienes a mí

    Resplandeciente mi ser vivirá

    Todo el hechizo y lo malo se ira

    Yo orare, orare, nino de antorcha orare para ti

    Coro: Yo orare, orare, nino de antorcha orare para ti

    Yo orare orare si me ayudas orare para ti

    Coro: Yo orare, orare nino de antorcha orare para ti

    Porque soy tan chiquito, todos me dan con los pies

    Deja que yo sea grande y me sepa defender.