Cierta vez en un pueblo, el gobernante del mismo estaba desconcertado
ya que se estaban cometiendo muchos robos con violencia y muertes, y
las autoridades no daban con los malechores ya que los mismos eran de
una mentalidad muy agil, cosa esta que tenia en jaque a las
autoridades de aquel lugar.
Orunla, peregrinando en uno de sus viajes, llego a aquel pueblo y como
era forastero le preguntaron que quien era el o con que se
identificaba, cosa que no pudo hacer ya que no conocia a nadie en ese
pueblo.
Entonces lo detuvieron ya que a la sazon habian matado recientemente
a un hombre en ese mismo lugar, y como no se habia encontrado el
responsable, lo inculparon y lo condenaron a morir degollado.
Despues de condenado fue llevado vendado al patibulo; a su derecha habia
un sacerdote que lo iba a confesar para que pidiera su ultima voluntad y
que si queria morir vendado, a lo que Orunla le respondio que le
quitaran la venda de los ojos ya que no era un asesino y los que mueren
vendaaos son los traidores que no cumplen la mision con la que vinieron
a la tierra.
Cuando le quitaron la venda el verdugo se quedo asombrado y le dijo a
Orunla: padrino, usted aqui,acusado de robo con violencia y hasta de
asesinato?. Acto seguido el verdugo se dirigio al gobernador y le
dijo: asesino soy yo que diariamente me mancho de sangre mis manos, pero
este señor que es el restaurador de todo lo bueno, la bondad, la
caridad, este señor lo unico que hace es el bien. Señor gobernador yo no
lo puedo matar, es a mi a quien hay que matar y no a el; yo si soy un
asesino.
El gobernador al oir aquellas palabras de confesion y claridad en
boca del verdugo, accedio y le dijo a Orunla: le perdono la vida y a
usted tambien verdugo, por su comportamiento legal. To iban eshu.
Nota: el padrino se salva por su ahijado.