Olófin llamó a junta a todos los pájaros, éstos según iban llegando saludaban y ocupaban sus puestos. Todos los pájaros le tenían envidia a uno de color blanco (que era el Loro). Cuando éste hizo su presentación saludado, de una parte, le arrojaron unta (quedando desde ese momento negro, de otra parte, le tiraron cenizas), quedando encendido, del otro lado le tiraron almagre. Cuando llegó Olófin y vio en ese pájaro tantas rarezas le sentó a su lado, ordenando desde ese momento que todas las personas de representación se tenían que significar con una pluma de ese animal, puesta en la cabeza
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