Un padre tenía una hija que era muy desobediente. Ella llevaba relación con un hombre al cual el padre se oponía, ella al fin aceptó los mandatos de su padre y se peleó con él. Al poco tiempo se le presentó otro enamorado y el padre se volvió a oponer, pero ella en esta ocasión no le hizo caso, al extremo que entraron en faltas. (El hombre con el que llevaba relaciones era Elégbà).
Este le dijo que ya ella le pertenecía en cuerpo y alma. Al poco tiempo Elégbà se fue y cuando regresó se le presentó un manco y un cojo. Ella no quiso aceptarlo porque no le conocía. Entonces le hizo presente sus juramentos que ella había aceptado, impuestos por él, no le quedó más remedio que quererlo, pagando así su desobediencia.