Orúnmìlà andaba recorriendo el mundo y fue a parar a una casa y todo el mundo lo andaba buscando y lo primero que le hicieron fue, que cuando Orúnmìlà salió para la calle le rompieron el tablero, lo segundo, le botaron todas las hierbas y lo tercero, regarle todo el lyefá. Todo fue por envidia que trataron de perjudicarlo, cuando el enemigo lo tenía en su misma casa y que el ángel de su guardia te prohibió incomodarse para que no perdiera su suerte.
Sucede que a los pocos días uno de la casa se enferma y fueron a donde estaba Orúnmìlà y este les dijo que él no podía hacer nada, porque no tenla con que trabajar. Y el enfermo se fue para el otro mundo.