Obatala vivia con sus hijas, pero sin tranquilidad. Eran muy escandalosas y abandonadas para sus asuntos personales y el aseo de la casa. Cansado de llamarles la atencion por la desordenada vida domestica, decidio abandonarla y se fue de la casa. Al tiempo las hijas comenzaron a tener problemas; dos murieron, otras enfermaron y la casa se sumio en un atraso total. La mas chica tomo la decision de ir a ver a orunmila, quien le hizo osode y le vio este oddun de ifa ogunda dio y le dijo: tienes problemas con el angel de tu guarda, pues te ha abandonado y ya no vive en tu casa. Tienes que cambiar de manera de ser y emprender una nueva vida. Has de bañarte con ewe algarrobo, salvadera, prodigiosa y algodon; baldear las casa con ese mismo ewe. Obatala entregado a los enigmas de la soledad, andaba rondando por los caminos; convencido que la soledad es mala compañia y consejera, vio una hermosa casa pintada de blanco a la cual decidio entrar. Y cual fue su sorpresa al encontrar alli a sus hijas, quienes le abrazaron y le dijeron: “baba, perdonanos; no nos abandones mas, nosotras ya hemos cambiado nuestra vida. Mira la casa con tus propios ojos.” El padre al ver la tranquilidad, el aseo y el orden que reinaba, decidio quedarse en la casa, y exclamo: to iban eshu.
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