Habia en un pueblo muchos sabios, pero ninguno tuvo maestro, por cuanto que los mayores no quisieron enseñar a nadie, porque se presumian que estos señores todo lo echarian a perder, pero hubo uno que tuvo la suerte de aprender con maestro, y este tenia un aprendiz, al cual le hacia saber todas las cosas. Un dia le dijo: hijo mio, para saber hay que aprender y ahora te voy a explicar. Y le dijo: cuando los mayores existian, se ayudaban o asistian mutuamente, y entre ellos estaba yo tambien, porque desde niño no hice otra cosa mas que esto y por eso, lo he aprendido concienzudamente como ellos, pero ahora resulta que todos se han muerto y quedo yo solo, y quien hara por mi ahora; unicamente tu, y ya tu ves quien eres: mi aprendiz. Y concluyo diciendole: Uon ti iza rilla: iron, na iron agua (“la gran mentira”).
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