Había un gran Bàbálawo que era un gran Ôsáinista en una Tierra aparte, que él sólo se gobernaba, en ese tiempo el Rey de allí era Obegueñe, el cual deseaba que le trajeran a ese Bàbálawo, de tanto renombre, lo mandó a buscar varias veces, pero él no acudía, hasta que Òshun fue a la casa del Bàbálawo y se pasó todo el día con él, lo cual fue de su agrado.
Cuando llegó la noche, Òshun se puso a recoger el ôpele y el veía, que todo lo ató en un pañuelo. A la semana siguiente después de tomar el desayuno, ella se marchaba y al despedirse de él Òshun lo invitó a que la acompañara hasta la puerta de salida, fueron caminando hasta que llegaron a un rio, el Bàbálawo no podía pasar, por no tener el ôpele, para preguntar, Òshun le dijo que ella traía el ôpele en su pañuelo, junto con el tablero, Él le preguntó que cómo era eso, ella le dijo que lo necesitaría muy pronto.
Así siguieron hasta que llegaron a la casa del Rey Obegueñe. Esta al ver al Bàbálawo lo retuvo y le dijo que él deseaba saber tres cosas. La primera era si hubiese guerra, la segunda, quiénes serían los vencedores y la tercera, si conociese a su ejército.
El Bàbálawo le contesto que habría guerra, que sus ejércitos serían los vencedores y que para poderle responder la tercera pregunta le pidió Adié méjl Fun Fun para decirle que él quería saber. El Rey ordenó que te entregaran las adíes, se la presentaron a Elégbà, diciéndole éste al Bàbálawo que guardara las Jujú (plumas) y que se fijara cuando él fuera a reconocer a los soldados del Rey, que todos aquellos que llevaran una Jujú en la cabeza, serían los soldados del Rey.
El Bàbálawo cuando termino de comer sus adíes regó las jujú y se fue para la casa del Rey, diciéndoles que le trajera a sus soldados. Los fue sacando uno por uno a sus soldados. El Rey quedó asombrado y lo nombré Awó de la corte.