El cangrejo fue a casa de Obatalá y bebió de su sambumbia y cuando acabó de tomarla le dijo a Bàbá que él no le pagaba y se fue para su casa. Vino el Maja y también bebió de la sambumbia, pero le pagó. Obatalá le dijo: Hay hijo, si todos fueran igual que tú. El Maja le preguntó lo que le había pasado, contándole a Bàbá lo sucedido con el cangrejo y le dijo que siguiera por el trillo por donde había ido el Cangrejo, el Maja así lo hizo y se encontró con el cangrejo, que al ver al Maja le pregunté qué era lo que pasaba. El Maja le contestó que venía para cobrarle una deuda que él tenía con Bàbá, porque lo que él había hecho era un abuso. El cangrejo entró en su cueva y el Maja al entrar en la cueva del Cangrejo, éste lo cogió por el pescuezo y lo ahogó y como el cangrejo tenía varias salidas, salió por una de ellas, fue a casa de Bàbá y le dijo: Ese que tú me mandaste a mi casa lo maté.