Órúnmilà mandó al rey a que hiciera Ebo con todo el dinero que tenía guardado para que no se fuera a enfermar, que después se vería qué se hacía el dinero. El rey no quiso hacer el Ebo, ni hizo caso, porque él no quería que su dinero saliera para ser regalado.
Entonces Órúnmilà le dijo: iboru, ibolla, ibochiche. Al poco tiempo el rey se enfermó de gravedad y ningún médico de la corte atinaba con su enfermedad. Entonces el rey se recordó de lo que le había dicho Órúnmilà y lo mandó a buscar otra vez. Órúnmilà le dijo que bajara todo el dinero y le hizo el Ebo, donde cada criado a medida que Ie iba dando un puñado de monedas, le iban echando bendiciones y así se fue poniendo bien el rey; hasta que se curó por completo.