Olófin mandó a buscar a todos los Bàbálawos, todos acudieron menos Obara. Cuando llegaron a la casa de Olófin se divirtieron muchísimo y cuando terminó la fiesta, Olófin les regaló a cada uno de ellos una calabaza, pero ellos no sabían que la calabaza tenía virtud y cuando pasaron por casa de Obara éste le había dado de comer a Órúnmilà, los vio y los invitó a que pasaran a comer, ellos dudaban de que ôbàrà tuviera comida, porque ellos decían que Obara era muy mentiroso.
Uno de ellos se decidió a entrar, para ver si era verdad y se convenció llamando a todos los demás y se retiraron, le regalaron las calabazas a Obara, así todos le dejaron su suerte a Obara. A los pocos días, Olófin los mandó a buscarlos otra vez y ellos se presentaron ante Olófin. Este les preguntó que cuál era la queja que tenían de él. Ellos le contestaron que no les había gustado el regalo de las calabazas y que se las habían dado a Obara. Olófin les contestó que en esas calabazas estaba la riqueza de cada uno de ellos, cuando Obara abrió las calabazas que le habían regalado pudo comprobar que estaban llenas de piedras preciosas, produciéndole mucha alegría. Así fue como Obara méjl se hizo rico, por el desprecio de los Oluos, al regalo de Olófin.