Obatalá tenía tres hijos y todos los días él acostumbraba a darle dinero a cada uno de ellos. Llegó un día que no tenía dinero que darles y les dio un melón a cada uno, el más chico no quedó conforme y quiso botar el melón, pero el otro le quitó de la idea y cuando iban por el camino renegando se encontraron con un caminante, el cual traía mucha sed y al encontrarse con los muchachos, les pidió agua, preguntándole además a ellos qué era lo que pasaba, porque él los vela bravos.
Ellos le contestaron que el día fue malo pues les hacia el peso que su padre acostumbraba a darles, pero ese día se le había antojado darle un melón a cada uno. Entonces uno de ellos le dio un melón a Ogún (que era el caminante), para que se lo comiera, por no tener agua que darle y como el melón tenía agua dentro, Ogún calmo su sed, ya que hacía tiempo que no lo comía. Entonces los otros, también le regalaron sus melones. Ogún en recompensa le dio un cargo a cada uno de ellos, uno de Gobernador, el otro de jefe de limpieza y al otro lo nombro awo del pueblo.