El hijo de Obatalá había ido a donde estaba Órúnmilà y éste le había marcado Ebo con carnero, cacao, cascarilla, carne y corojo, el muchacho había salido a pesar de que le habían dicho que no saliera, en su camino se encontró con la muerte. La muerte le dijo: te estaba esperando, el hijo de hatal, le contestó que ella le adivinaría lo que estaba pasando que la Luna no salía, hasta dentro de siete días. La muerte le responde, yo te estaba esperando para llevarte, pero no lo voy a hacer. Tú dices que la luna no sale hasta dentro de siete días, pero yo te dije que sale a los tres, entonces hacemos un trato.
Si la Luna sale dentro de tres días, yo te llevo y si sale a los siete días, yo te doy mi poder y no te llevaré. El hijo de Obatalá en lugar de seguir su camino viro para su casa muy entristecido, pensando en la apuesta que él había hecho con la muerte, estudiando el modo de ganarle. Estando en ese estado le pregunta Obatalá, qué era lo que le pasaba, él respondió que nada.
Bueno hijo, yo quiero que vayas a la calle y ese Ebo lo pongas en el camino a la salida de la luna. El muchacho se quedó sorprendido. Cuando le hablo de la luna y pensaba que como el que había hecho la apuesta con la muerte, Obatalá lo sabia y lo mandaba a poner el Ebo en el camino a la salida de la luna. Al fin salió con el Ebo y le puso en el lugar indicado. Cuando el Ebo estaba puesto, llegó un perro y se puso a escarbar en el Ebo con el hocico y las patas.
En eso empieza a salir la tuna y el perro viendo esa claridad de pronto, va y se le tira creyendo que venía a cogerle la comida, al tirársele a la luna, la manchó con el epó, la luna viéndose manchada, tan bonita que ella estaba, se abochornó y se escondió y no salió hasta los siete días. La muerte viendo que pasaban los días y la luna no salía, pasándose los tres días que tenía que salir, fue a casa de Obatalá, tocando a la puerta, Obatalá al abrir, se encontró a la muerte que buscaba a su hijo se asustó y le preguntó que para qué lo quería.
La muerte le respondió: para darte mi poder, nosotros habíamos hecho una apuesta en relación con la Luna, yo iba a que la luna salía a los tres días y él a los siete. Pero yo estoy convencida de que él me ha ganado y vengo a cumplir la apuesta y le quiero entregar mi poder como habíamos quedado, porque si yo hubiera ganado, me lo habría llevado como era la apuesta.