Cerca de un caudaloso rio vivia un hombre el cual vivia
muy triste, pues nunca habia podido tener hijos.
Una vez, no sabiendo como encontrar remedio a su desgracia,
acudio a un abeshu mulei (hechicero) que gozaba de
mucha fama y le dijo: quiero que con tu sabiduria me
aconsejes el medio para que yo pueda tener una hija, que
me saque de esta soledada en la cual yo me encuentro. Vete
a tu casa le respondio el hechicero y traeme todo el
aceite de palma que tengas; durante muchos dias aquel
hombre estuvo echando aceite en una vasija, hasta que la
lleno, llevo su aceite al brujo, el cual con este aceite
fue moldeando una niña, y cuando la tuvo terminada se la
entrego a aquel hombre, terminada aquella labor el brujo
le dijo al hombre: esta que a partir de ahora sera tu hija
no podra nunca bañarse en el rio, ni estar mucho tiempo
expuesta en el sol.
Aquel hombre se llevo a su hija para su casa. Aquel hombre
guardaba su niña todos los dias en su choza, para ocultarla
de la mirada de todas las demas personas, y ciertamente
el hombre fue muy feliz. Cada vez que el necesitaba salir
de la casa siempre le aconsejaba a la niña no salir de la
choza y mucho menos ir al rio, la niña fue creciendo en
medio de la alegria del que creia ser su padre, mas en una
ocacion en que el tuvo necesidad de ir a su finca, la niña
desobedeciendo los consejos de este se acerco hasta el
rio, donde encontro a una mujer quien al verla sola se la
llevo a su poblado, sin que pudiera servirle de nada las
lagrimas de la niña ni los quejidos de esta.
Al regresar aquel hombre a la choza y no encontrar a su
hija, emprendio desesperado su busqueda por los rios y
bosques sin que sus esfuerzos se vieran coronados por el
exito.
Poco a poco aquel hombre moria de tristeza, entre tanto
aquella niña se habia casado con el hijo de aquella
mujer.
Mucho tiempo despues permanecio ella encerrada en su nuevo
hogar, donde la tenia secuestrada su suegra, por temor a
que se le escapara. En una ocasion su suegra la llevo a la
finca donde ella trabajaba para vigilarla mejor, y del
calor irresistible que hacia la muchaha veia como sus pies
se le desvanecian lentamente hasta deformarseles, y sus
manos y cuerpo iban perdiendo la forma, mientras en el
suelo se iba formando un charco de aceite de palma.
Al no poder gritar se derritio por completo, cuando su
suegra volvio al lugar donde la habia dejado, solo encontro
una gran mancha de aceite en el suelo, al regresar al
pueblo la madre no pudo explicar la acontecido al hijo y
el hijo enfurecido le dio muerte a su madre en castigo a
la negligencia que lo privo del amor de aquella mujer a
quien adoraba.