Cuando Shango tenía hambre él dijo que él iba a encontrar que comer, cogió una alforja se subió en los hombros de Yemaya, la dirigió a un terreno de Ogún y le robo los ñames, quedado marcado los pies del ladrón. Ogún mando a buscar a Shango para ver si eran sus marcas, pero no lo eran. Entonces busca a Yemaya y esta le dijo mis manos no pudieron tocarlos y le enseña y nunca se pudo saber quién era el ladrón.
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