Orúnmìlà tenía recogido de favor en su casa a Oqueté, pero éste cuando Orúnmìlà salió empezó a enamorar a su mujer y tanto la siguió que ya la tenía media conseguida, ella tenía miedo y le dijo a Oqueté que no podía ser porque Orúnmìlà todo lo sabía y la veía. Un día Orúnmìlà le hacía falta una hierba y Oqueté se le ofreció a acompañarlo al monte, Orúnmìlà se dispuso a ir, pero antes de salir se llenó los bolsillos de granos de maíz y lo iba regando por todo el camino, pero Oqueté no se ligaba en lo que Orúnmìlà iba haciendo y sólo llevaba la maldad, en donde cada vez introducía a Orúnmìlà por dentro del monte con la mala intención de extraviarlo y así lograr sus intenciones con su mujer y en efecto, cuando consideró que ya Orúnmìlà no podía descubrir, el camino para regresar, lo abandonó.
Oqueté salió enseguida y llegó para la casa y cuando empezó a invitar a la mujer, pero ésta no aceptaba, porque temía que se pudiera aparecer su marido Orúnmìlà, donde Oqueté le contestaba que va su marido no podía aparecer porque lo había dejado en el monte y no conocía el camino, ella le contestó que lo dejara para otro día, si no aparecía; pero como Orúnmìlà había regado maíz por el camino, enseguida regresó a su casa, Oqueté se enteró y salió huyendo y Orúnmìlà botó a su mujer de la casa.