Había un matrimonio muy pobre, el hombre siempre se estaba lamentando de que escasamente tenía para comer, muchas veces no podía conseguir el dinero y si hacía algún trabajo, no se lo pagaban. De esa manera no podía mantener a su familia, pero su mujer era muy conforme y siempre le estaba dando aliento.Un día ella le dijo: ¿Por qué no vas a ver a un Awo y le dices lo que te pasa? Puede que así cambie su situación. Él no quería ir, pero tanto le insistió la mujer que al día siguiente se decidió ir y fue a ver a Orúnmìlà. Este le dijo que él tenía que hacer Ebo. El hombre regresó para su casa y la mujer le cayó encima, para que hiciera el Ebo que le habían mandado. Él se volvió a lamentar, después de hacer Ebo.Llegó el día en que su mujer iba a dar a luz, pero toca la casualidad de que ese día también da a luz la Reina del lugar, tal mala suerte, que la Reina murió en el parto. El Rey se enteró de que en el pueblo ese mismo día había dado a luz una mujer, al igual que la Reina y la mandó a buscar, para que ésta le criara a su hijo y ella aceptó. Cuando la mujer terminó de criarle el hijo al Rey éste le colmó de grandes beneficios y al marido lo hizo general. De esa manera les vino la suerte a ellos, viviendo muy felices.
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