La mujer de Órúnmilà le pidió permiso para ir a visitar a todos los omofé de Orúnmìlà. Se lo concedió y ella se encaminó a la visita. Llegó a casa de eiyelé y ésta al verla le brindó dinero y cama donde dormir. A la mañana siguiente ella se levantó y le dio las gracias a la eiyelé por sus atenciones. Se marchó y fue a casa de Chanicó, éste hizo que por medio de sus polvos que le echó arriba abusara de ella no dándose cuenta.
Cuando se marchaba Chanicó no le regaló ni un solo centavo. Al otro día ella fue a casa de la montaña, y también se quedó allí. La montaña le dio su casa y Orúnmìlà le dio do comer a la montaña y desde entonces no comió eiyeió porque fue su mejor amigo y no abusó de su mujer y a Chanicó le echó una maldición grande.