Había un Awo que era cazador, pero estaba muy pobre, porque la caza apenas le alcanzaba para comer, a tal extremo llegaba su pobreza que la ropa se le rompía en el cuerpo. Ya desesperado se fue al monte y allí le imploró al Rey del monte contándole su situación y desde dentro de un árbol, se le presentó una imagen la cual le entregó un secreto para que siempre que él fuera al monte a cazar lo llevara. Desde ese mismo día empezó a cazar con gran suerte, siendo mucha la abundancia de la caza, pero cual era el asombro de la mujer, por tales hechos despertando su curiosidad, ya que siempre veía a los animales que su marido cazaba, sin cabeza, llamando poderosamente su atención lo que su marido hacía con las cabezas de los animales que cazaba, y que éste nunca decía nada sobre el particular, llegando su curiosidad al extremo de querer saber qué era lo que sucedía.
Un día ella le llena la mochila de cenizas haciéndole un agujero y cuando el marido salió de cacerías, por el camino se le iba regando las cenizas. La mujer siguió el rastro y llegó cerca de donde estaba observando todo lo que su marido hacía, inclusive, lo que hizo con el animal que cazó y lo que hacía con la cabeza.
Al terminar la operación se le apareció la imagen y le preguntó: ¿Con quién viene? Hasta hoy serás feliz, porque tú has violado el pacto, ¿por qué has dejado de venir solo, como lo pactado, estoy absolutamente solo? La imagen le respondió: ¿Y esa mujer que está allí? Al mirar el cazador vio quo era su mujer, ésta al verse descubierta se dirigió al marido y a la imagen, pidiéndoles perdón, contándole su curiosidad y la razón del porqué estaba allí en ese lugar. La imagen la castigó diciéndole: Por tú curiosidad de querer ver sangre, desde hoy las veras todos los meses, Desde entonces las mujeres tienen menstruación. El secreto de las cabezas, la sangre y la tierra.