En los primeros tiempos de ordenarse el mundo eran gobernantes Ikú y Ogún, todo se resolvía, como les viniera en ganas a ellos. Un día los muchachos se reunieron y asistir a la fiesta de ese día que nunca ellos lo habían hecho. Tal asombro causó, quo el pueblo no hacía más que comentar y uno de los quo se llamaba Sewere wewe que sabía, llamó a un vendedor de Otín que allí pasaba, preguntándole si vendía y lo compró. Convidó a Ogún, que bebió tanto, que se quedándose dormido. Ikú esperaba el regreso de su amigo y viendo que tardaba lo fue a buscar, encontrándolo, lo llamó despertándolo Ogún muy furioso, rápidamente con el machete le dio un fuerte tajo a Ikú y lo tumbó al suelo, una mano, la sangre corrió y todo aquél que la pisó enfermó. Desde ese entonces se conoce la enfermedad.