Había un profesor de Esgrima que tenía un alumno muy adelantado, el muchacho se llegó a creer que ya su profesor se lo había enseñado todo, a tal extremo, que un día llegó a retar a duelo a su profesor o maestro, para disputarte la corona. En efecto, el duelo se desarrolló, pero el Maestro usó una estocada certera (que nunca se la había enseñado) y destruyó al atrevido discípulo.