El Tigre fue a donde estaba el chivo para que éste lo dejara dormir en su casa. El Chivo le dijo al Tigre que se podía quedar a dormir en el portal de la casa. A día siguiente el Tigre se pasó para la sala de la casa y por último quiso adueñarse de toda la casa y se pasaba el día mirando con malos ojos al Chivo y el Chivo empezó a desconfiar del Tigre, pensaba que el Tigre quería hacerle daño. El chivo fue a casa de Órúnmilà para registrarse y Órúnmilà le ordenó hacer Ebo con un delantal con dos bolsillos y que se echara en uno piedras y en los otros granos de maíz tostados, que anduviera con él puesto y que de vez en se pusiera a masticar maíz. Que si alguien le preguntaba lo que él comía que él contestara. Yo como piedras y que le brindara. Sucede que ese día el Tigre le entra la mala intención de convidar al Chivo a pasear, con la idea de comérselo. El Chivo aceptó la invitación cuando ya iban por el camino y el Chivo se puso a comer el maíz. Al verlo el Tigre, masticando, le preguntó qué cosa tú masticas, el Chivo le respondió: Yo piedras ¿tú quieres? Al oír esto, el Tigre pensó que si él comía piedras, bien podía comérselo a él también y le cogió miedo al Chivo diciéndole: espéreme aquí un momento que yo vuelvo enseguida, dejando abandonado al Chivo, tal como lo había pensado.
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